viernes, 21 de noviembre de 2014

COMENTARIO N°1

¿Cuál ha sido tu ladrillo este año? ¿Crees que estás dejando un legado en Ciudad de Dios?

19 comentarios:

  1. Mi experiencia personal

    Mi ladrillo en el proyecto ha sido la motivación definitivamente. Yo comencé el año siendo un tanto indiferente con Ciudad de Dios, pues la verdad no le encontraba un sentido. Puedo decir que con el tiempo mi forma de ver las cosas empezó a cambiar, y esto se dio gracias a los vínculos que fui creando con los niños de Llanavilla y con mis propios compañeros de salón. El hecho de haber vivido grandes momentos de aprendizaje y de superación personal en comunidad me hizo crear un lazo con ambas comunidades, y con la Ciudad de Dios misma. Hoy por hoy siento que verdaderamente somos una comunidad, más allá de nuestras diferencias; es por esto que motivarlos ha sido mi misión principal desde que pude aceptarlos como parte de mi vida. Esto puede verse con la creación de la empresa de Gustaco, a la cual, después de idearla, le puse todo mi esfuerzo y logré ponerla en marcha oficialmente en una semana. Esta misma motivación que propagué a los demás a lo largo del año es la que me permitió trabajar en comunidad, ser capaz de poder superarme a mí mismo y dar más de lo que podría esperar de mí, pues desarrollé un liderazgo que conocía que tenía, pero que no sabía cómo hacerlo brillar.

    De este modo, pienso que el legado que estoy dejando en Ciudad de Dios es la forma misma de vivirlo. Me refiero a que le he puesto fin al estereotipo que dice que uno tiene que expresar sentimentalismo para poder vivir la experiencia realmente. Ciudad de Dios me ha enseñado a desenvolverme y a desarrollar mis capacidades, tanto personales como grupales. Entonces puedo decir que he podido ser capaz de motivar al resto sin ser la persona más expresiva o sentimental de mi comunidad, evidenciando que el estereotipo que existía ha desaparecido para mí. Este es el legado que dejo en el proyecto y este ha sido mi ladrillo para hacerlo.

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  2. Este año se presentó como proyecto de Ciudad de Dios dar clases de comprensión lectora a un colegio estatal en Llanavilla. Finalizando el mes de abril era nuestra primera visita al colegio, no debo negar que las expectativas que tenía eran miles ya que una experiencia similar en el pueblo de Chivay me hizo pensar que sería parecido o incluso igual. Sin embargo, no fue como lo pensé, me resulto muy difícil enfrentarme con tantos pequeños que gritaban o peleaban, aquí pongo pausa y puedo decir que si esto no pasaba pues todo hubiese sido fácil y no hubiese podido desarrollar habilidades que me sean útiles en el campo escolar o en mi propio día a día. Creo que a lo largo del año he podido dejar un poco de mí en cada niño y a la vez aprender de cada uno.

    Por esta razón, mi ladrillo en el proyecto ha sido sin duda la perseverancia ya que en un inicio no me mostraba muy interesada en las actividades que realizaríamos ya que se presentó la “desilusión” hacia el proyecto pensando que sería similar al de Chivay. Sin embargo, agradezco el comportamiento de cada pequeño, cada error, cada pelea, para que me permítase realizar momentos de aprendizaje junto a ellos y llegar a una reflexión trascendente para sus vidas. Creo que uno deja más huella cuando obtiene un aprendizaje de lo sucedido, y afirmo con seguridad que ello lo pude vivir tanto yo como mis compañeros en Llanavilla. No solo por lo mencionado, sino también porque tantas veces que la palabra “flojera” se me pasaba por la cabeza queriendo dejarlo todo y no poner el 100 % de mí. Es por esta razón que la perseverancia ha sido mi ladrillo en Llanavilla. Esa perseverancia que pude dejar en muchos de mis compañeros permitió que muchos posibles sueños se hagan realidad: La biblioteca o las mismas empresas. Debo admitir que mi ladrillo no se hubiese podido dar sin el aporte de todo mi salón, mi comunidad.

    Asimismo, pienso que el legado que he dejado es el saber que no es necesario traer chocolates, juegos o fichas de trabajo si uno no va estar presente al 100 % al momento de enseñar. Sé que los materiales de aprendizaje son importantes pero de que valen si uno no explota ello con los conocimientos que tiene, no vale de nada.

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  3. No dejar de ser quien fuiste

    Ya ha pasado casi un año desde la primera visita, y solo puedo decir que las cosas han cambiado. Aún recuerdo que cuando llegamos la primera vez, me costaba desenvolverme con los chicos; y eso solo me ponía triste, pues pensaba que no sería tan trascendente para ellos. Eso pensaba hasta la última visita. Cuando llegamos, me di con la sorpresa que algunos de ellos me recordaban por lo que había hecho en obras anteriores. Aunque yo no lo creyera, había hecho algo que significara para ellos, o que al menos había hecho algo por lo cual me pudieran recordar. Sin embargo, no soy el mismo que soy en Llanavilla; por eso considero que mi ladrillo fue la adaptabilidad que presenta en cada visita. Si bien en el salón podía ser muy callado o serio, o estar estresado por algunas tareas; yo me adaptaba para que eso no se juntara con las actividades que tuviéramos en Llanavilla. Podía mezclarme con ellos, jugar con ellos o llegar a ellos de una cierta manera; y cualquiera que me viera diría que era fácil llegar a ellos, cuando para mí no lo era.

    En cuanto a mi legado; no sé si los chicos habrán entendido a lo que quería llegar con mi forma de ser con ellos; lo que buscaba era que se dieran cuenta que aunque tuvieran mi edad no significaba que tuvieran que ser súper serios y súper rectos, sino más bien que aún a mi edad podían ser niños si fuera el caso, que madurar no es seriedad y crecer sino más bien no olvidar quien fuiste y siempre serás: un niño.

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  4. A lo largo de este año llevamos a cabo el proyecto de comprensión lectora en la institución estatal de Llanavilla. Debo reconocer que no soy la misma desde que empezó el año escolar, he madurado a través del tiempo y CdD ha contribuido en mi cambio. Considero que mi ladrillo en el proyecto ha sido la paciencia y el esfuerzo. Si bien es cierto, definitivamente no cerré el año con el mismo entusiasmo que cuando tuvimos nuestra primera visita. Sin embargo, en ningún momento dejé de apoyar a mi comunidad, es mas, me ofrecía para actuar en los papeles más ridículos con tal de dar una buena clase. Además, cuando a mí me tocaba hacer las fichas para trabajar en la clase, no las dejaba para último momento, siempre buscaba ejemplos de fichas para poder darles lo mejor a esos niños. Esto me permitió crear vínculos, no sólo con mi salón, sino también con dos chicas de Llanavilla, estas dos chicas a las que conocí, tal vez no muy profundamente, me mostraron que con perseverancia uno puede lograr lo que sea, por ejemplo en mi primera visita, ni siquiera me hablaban pero justo el día de ayer, me sonrieron y me hablaron sobre su mascota. Esto me motivaba a seguir con las clases a pesar de que no mostráramos agotados. Por otro lado, muy parte de mis clases en Llanavilla, me esforzaba al momento que a mí me tocaba contribuir con las empresas Gustitos y Gustacos. Cocinar requiere de mucha paciencia, sobre todo si quería ofrecer un producto de calidad al consumidor.

    Considero que el legado que dejo, individualmente, es pobre, a comparación de lo que mi comunidad, con la que trabajé todo el año, dejó. Nuestras clases tenían un propósito, muy aparte de enseñar comprensión lectora, también tratábamos de enseñar valores. Queríamos que fueran mejores personas, pues algunas cosas se pueden aprender en cualquier momento, sin embargo cosas como el respeto, la honestidad; tienen un límite de tiempo. Además desde mi punto de vista, sin mi comunidad, el proyecto no hubiera tenido el mismo impacto que tuvo.

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  5. "Mi ladrillo", es una metáfora que todo el año he oído decir en casi todas las clases de CdD que he tenido, o con cada oportunidad que he tenido de hablar sobre aquel curso, y la verdad es que creo que es una excelente metáfora para lo que se puede hacer con el curso que nos dan la oportunidad de vivencia.

    Mi mayor aporte que he dado ha sido doble, para mí salón y para mí mismo. Lo que yo he dado de mí este año es algo especial para mí, ya que me he demostrado a mí mismo y mis compañeros algunas cosas, entre ellas esta que él no ser alguien sobresaliente de un equipo no te hace menos, que dar lo mejor de ti desde donde estés ya es bastante, y que eres importante de una u otra manera.

    Por otra parte la perseverancia y la importancia del esfuerzo fue algo que les deje como lección a los niños de Llanavilla. Ver las caras de frustración de algunos niños o como se daban por vencidos en algunas actividades que dejábamos era algo que no me gustaba mucho, es por eso que cuando un chico trabajaba conmigo más allá de ayudarlo a mejorar en su trabajo le decía que lo más importante era que él estaba haciendo lo mejor de sí para poder superarse a sí mismo, y que darse por vencido no era una verdadera opción para mejorar. Me sentía bien cuando los chicos lograban superarse, era una sensación que no tiene precio.

    Y mi legado es justamente lo que he mencionado anteriormente, es dejar el mensaje que no es necesario ser extraordinario para ser importante, cada uno es bueno a su manera, y que también que el esfuerzo es lo que importa, si uno da todo de sí en una actividad ya es bueno es en eso, porque con ese esfuerzo mejorará poco a poco hasta ser sobresaliente, todo está basado en la dedicación que uno le dé a las cosas que hace.

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  6. Un camino lleno de sorpresas y cambios

    Cuando me pongo a pensar en todo lo que he podido vivir gracias a esta experiencia de Ciudad de Dios solo puedo recordar como empecé el año y como lo estoy terminando. No me gusta mucho pensar que todo lo que se ha logrado a lo largo de este año es para mí pues considero que el protagonismo se lo llevan los niños y sus historias, es por ello que me cuesta pensar qué es lo que pude yo humildemente haberles enseñado.

    Considero que mi mayor aporte hacia ellos ha sido la constancia, a que me vean ahi, siempre dentro del salón, tal vez cansada, tal vez con calor y sed pero dispuesta a alegrarlos un poco y corregirlos si es necesario. A medida que a ido avanzado el año considero que le fui tomando mucha mas importancia al proyecto, hasta el punto de darme cuenta que todo lo que aprendia en IB muchas veces podía ponerlo en práctica no solo en Llanavilla sino en el legado que dejaron ellos en mí para poder aplicarlo en mi vida diaria.
    Quisiera compartir también que, como parte de toda la etructura que forma Ciudad de Dios, he podido descubrir el verdadero significado de todas las actividades en torno a un grupo de niños en un colegio remoto, a lo que me preguntaba ¿Por qué darse la molestia de desperdiciar tiempo en ellos si de todas formas no escuchan? Descubrí que era la fe la que nos movía, creyentes o no, la fe por que algún día puedan ser hombres y mujeres de bien, por tal vez, ayudarlos a cambiar un poco su historia. Que si bien es cierto, no es fácil trabajar con niños pequeños, podíamos intentarlo de todas formas.

    Hablar de un legado que dejo yo me resulta complicado pues considero que es más el efecto que han hecho ellos en mí. Al permitirme relajarme un poco, asombrarme de las pequeñas cosas y volver a sentir como niña poníendome en su lugar al momento de ciertas preferencias que tenían.
    Un año definitivamente no basta para dejar una gran marca en los niños, pero si para influir incluso desde las cosas pequeñas, de a pocos. Ciudad de Dios me ha acercado a encontrarle un sentido a todo lo que hago y me propongo pero sobre todo, un para quién.

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  7. Desde el inicio trate de poder aportar lo más que podía al proyecto y a los niños los días que iba a Llanavilla, creo que por la ansias de “querer cambiar el mundo” que algunos tienen o mejorar el futuro de los niños y no tener de acá a unos cuantos años a una sociedad que critique la forma de ser de los jóvenes, sino que sean ellos los que den el ejemplo y cambien nuestra realidad como país… para mí todo esto se logra cambiando desde la educación y creo que por eso es que nos designan proyectos como estos, y en este yo quise tener esa experiencia y aportar en el cambio.
    A lo largo del año surgieron varios proyectos, ideas que queríamos lograr como salón y sobre todo, el taller de comprensión lectora en Santa Rosa de Llanavilla, en el cual me emocione y auto exigí más que nada por un interés personal, lo veía como una forma de poder llenarme a mí misma, aprender de los niños, sentirme querida y tal vez descubrir que era a lo que estaba orientada a hacer unos años más. Por eso este año me propuse salir de mi papel espectadora, como tantos años pasados y vi en CdD la oportunidad de retribuir al menos un poco de lo que aprendí en estos 13 años en el colegio.
    Creo que mi ladrillo este año fue la perseverancia y el soñar grande, pero con los pies en la tierra y a liderar con responsabilidad, algo nuevo para mi, pero que creo cumplí. Tuve que pasar de hacer lo que hacía para llenarme a mí misma, a hacerlo con responsabilidad para hacer bien a los demás. Además, reo que el poder encontrar esa faceta mía que ni yo conocía me pudo llevar hasta el InterCAS nacional este año y representar a mi comunidad y a mi colegio fue lo que me motivo a seguir en el riel con los proyectos y poder aportar distintos puntos de vista y nuevas ideas de llevar tanto el proyecto de comprensión lectora como el de la biblioteca.
    Los niños de ese 1° y 2° de primaria me enseñaron a ser menos egoísta, a adaptarme, luchar por lo que quería y no darme por vencida a pesar de lo que los demás me dijeran. Conocí a una pequeña Isabela, que recién había llegado de Colombia con sus familia, una Estrella que repartía cariño y era aplicada a la vez, un Omar como todo niño inquieto pero cumplido, a Piero, uno de sus mejores amigos, que cierta vez hizo una travesura muy grande pero aprendió la lección con amor y finalmente, a Kiara, a quien recién conocí ayer pues no había ido las veces pasadas y a pesar de la dificultad que tiene, no se rinde y es una de las que mejor lee y escribe en su salón. Cada uno de los niños me enseño algo, me marco de una forma u otra y creo que esta vez me toco ser el legado de esos pequeños.

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  8. Este año me dejó mucho que desear. Mi visión de ser un líder y poder de crear fuertes lazos con los niños a lo largo del año quedó limitada, no obstante conseguí algo que considero igual de importante. En todo este tiempo de trabajo tuve el ladrillo de la perseverancia.
    Si bien no siento haber trascendido de manera concreta durante la práctica de este proyecto, estoy seguro haber trascendido en cuanto a la planificación de este. Toda comunidad de ciudad de Dios ha tenido problemas y el mío no fue la excepción, siempre busque la forma de arreglar cualquier situación, así como dicen algunos, el tener un plan B, estar precavido de todo. Recuerdo una vez, por ejemplo, que tuvimos problemas con la impresión de las fichas de trabajo y busqué la forma de recaudar el dinero para imprimir pidiendo prestado a muchos amigos que estaban en el colegio lo cual si bien para muchos esto puede ser sencillo pero para mí no, en lo personal, no me agrada la idea de endeudarme, pero acepté el sacrificio con tal de salir del problema. Lo mismo me sucede en cuanto las empresas y las ventas que tuvimos a lo largo de esta temporada, siempre buscando una forma de solucionar todo haciendo sacrificios sin importar que.
    Paralelo a esto pensaba que era menos que los demás ya que no era de aquellos que lograban conectarse con los niños, pero en todo este tiempo me he dado cuenta que aquellos que planifican las actividades para los niños somos igual de importantes porque nosotros somos el caparazón que cubre y mantiene a este proyecto mientras que los demás son el interior que forman a la ciudad de Dios.

    En cuanto a un legado pienso que solo lo dejo como un mensaje "Todos somos importantes cumpliendo la función que uno cumpla y no tenemos que forzarnos en hacer algo que aun no estamos listos a hacer, el momento llegará" a lo que e refiero es principalmente a dos cosas. El de aceptar en lo que somos buenos y siempre pensar que sin nosotros, el proyecto no funciona porque todos forman una comunidad y el de que si bien aceptamos lo que podemos hacer con firmeza, esto no significa que nos centremos únicamente en eso, sino experimentar lo que no podíamos hacer para aprender y con el tiempo también formar parte de esta, saliendo de esta burbuja. En mi última visita de ciudad de Dios conseguí finalmente conectarme no solo con uno sino con tres niños y tras esto conseguí aprender cosas nuevas arriesgándome a abrirme con todos ellos contándoles experiencias que tuve y ellos compartiendo las suyas conmigo por medio de juegos y programas de tv. Esto me sirvió como una prueba de que todo se puede conseguir siempre y cuando pones de tu parte y te arriesgas.

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  9. Un ladrillo de doble vía

    En el momento en que nos hablaban de Ciudad de Dios, por primera vez, recuerdo que una persona mencionaba que este proyecto te cambia en la medida que tú se lo permitas. Entonces la respuesta no es si este curso es relevante o no, sino cuanto importancia le brindes. Y esto después de esfuerzo y compasión, te ayude a desarrollarte mejor como persona. El ladrillo es un término simbólico, mi ladrillo fue la perseverancia y valentía para probar diferentes retos.

    Desde las primeras visitas donde trate de encontrarle sentido, hasta las últimas visitas. Dentro de ese periodo, tuve que asimilar una responsabilidad ligada a la educación de niños reales de contexto diferente. Asimismo, tratar de comprender esta realidad, y buscar la mejor manera de ayudarlos, a través de mi proyecto, o simplemente corrigiéndolos en una determinada situación que lo demande. Para esto, tuve que proponerme retos, estar preparada, ser muy observadora a lo que me rodeaba y sobre todo dejar el lugar donde me sentía cómoda, para explorar y entender el mundo de otra forma distinta. También, me cuestionaba y tenía desconfianza acerca de lo que les iba a enseñar, pero ellos me enseñaron que estaba bien equivocarse, a través de su comportamiento, por ser niños. Personalmente, el ladrillo del que hablo es reciproco, y no de una sola vía.

    En relación a ello, mi legado para ellos es la adquisición de ciertas habilidades, las cuales he podido medir en cada visita. Recuerdo el caso de Priscila, que mejoro gradualmente su capacidad para comprender textos. Ella al igual que yo, se estresaba cuando no podía contestar correctamente una respuesta, e incluso dejaba de intentar. Pero vi reflejado mí día a día en ella, y pude comprender mi problema, comprendí que estaba ahí para ayudar. De lo que compartí con ella, rescato la presencia de un cambio: meses después no se estresaba, le salía mejor las cosas. Por lo tanto, lo poco que pude aportar, ya sea, la manera en que desarrollaba una ficha, fue importante para ella como persona.

    Finalmente, entendí que no se trataba únicamente de ir a llevarles una pequeña obra de teatro, se trataba de vivir una experiencia completa, que implicaba aprender, trabajar en comunidad todo el tiempo, vivir desafíos, proponerme metas y objetivos tanto como para los niños, como personales y por último, quedarme con ellos y aplicarlo en mi vida cotidiana. Todo ello, englobado en perseverancia y determinación.

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  10. ¿Hice suficiente?

    Cuando todos oyeron por primera vez del proyecto de Ciudad de Dios ese lunes en el cual eramos novatos en bachilerato todos estaban eufóricos. Toda persona en mi salón quería participar en el proyecto y dar lo mejor de sí para esos niños, ese primer día ofrecí lo mejor de mí y me prometí a mí mismo que haría lo mejor posible para no fallarles a mis compañeros ni a los niños.

    Creo que he fallado, o no he hecho suficiente.

    No sé porque tengo esa sensación, pero veo hacía atras: El sábado en el que fui a Llanavilla por primera vez, el día 9 de junio en el cual decidí no volver al colegio, los sábados que iba a apoyar a mis compañeros en Llanavilla con el proyecto, el día en el que me reuní para coordinar acerca de las fichas, el día después de ese en el que volví, el día en el que fui informado que solo serían dos o una visita por bimestre... y no puedo sentir más que un sentimiento de insatisfacción por alguna razón.

    ¿Quizá pude haber hecho más? ¿Debí no solo seguir instrucciones sino tratar de liderar? ¿Debí hablar más fuerte? No lo sé, pero siento en el fondo de mi corazón que no hice lo suficiente.

    Pero al menos puedo afirmar que aprendí de estos niños, aprendí a apreciar lo que tengo, a estar unido y trabajar en grupo, a colaborar con los demás, a comprometerme realmente con los más necesitados y a estar orgulloso de mis maestros. Si bien no siento que hice suficiente al menos me pude llevar algo de esta experiencia, algo que trascenderá en mi persona por toda la vida.

    O hasta que me dé alzheimer

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  11. Un buen hermano mayor.

    Cuando nos preguntaron el día de la jornada de CdD, cuál crees que sería tu aporte en el año, yo estaba muy inseguro de este ya que siempre me consideraba uno más del montón, no creía que iba a tener un ladrillo específico y que sea único. Asimismo, cuando dijeron que nuestro proyecto sería el de ayudar a niños a mejorar en su comprensión lectora yo estuve muy preocupado, puesto a que tengo muchos primos que son pequeños y durante todos los momentos que he pasado con ellos no los podía soportar. A medida que las visitas se iban dando, me di cuenta que el soportar niños iba a ser fácil para mí. Si bien es cierto, me tocó un salón de niños que eran más grandes y más tranquilos, estos me hicieron reconocer la paciencia que podía tener y sobretodo, que el cariño podía cambiar muchas de sus malas actitudes. A pesar de ello, no siento que aporté mucho en la organización, más que todo en la recaudación de fondos para la biblioteca, por ejemplo, no fui mucho a las ventas de comida y tampoco fui al almacén por un tema personal, aunque sí aporté llevando diferentes postres para las ventas.

    De igual manera, siento que he podido entrar en la vida de los niños. Conocí un poco más de cada uno de ellos por medio de conversaciones en relación a sus vidas íntimas. Por ejemplo, Juan Carlos en un principio era un niño muy tímido, sin embargo, cuando conversé con él fuera del salón me di cuenta que era un niño de confiar, comprender y que no se guardaba sus anécdotas para el mismo. Además de este caso, me sorprendió enterarme que Jhoel, uno de los alumnos que siempre me abrazaba cuando llegaba y me preguntaba cómo estaba en mi vida personal, se haya ido del colegio porque yo ya no venía a visitarlo. En un inicio pensé que había sido una broma pero luego más de 3 niños del salón cercanos a Jhoel me lo confirmaron. Por un lado me sentí mal pues ya no lo volvería a ver en tiempo al parecer, pero por otro lado, entendí que había entrado en su vida lo cual me hace sentir una persona que tiene una buena conexión con los niños. Por lo tanto, puedo decir que mi ladrillo este año en CdD fue ser una especie de conector de atención con los niños del colegio Llanavilla.

    A veces me pregunto cómo pude hacer que los niños se interesen por mí en los momentos en que llegaba al colegio y los niños comentaban acerca de mi presencia, y la única respuesta es gracias a mis compañeros Mariana, Jorge, Carlos, Angela, Carolina y Ana Paula. Ellos me hicieron reconocer que yo también podía mostrar mi mejor lado, demostrando que yo también dejé un legado que fue trascender en la vida cada niño. Más que un profesor de comprensión lectora, siento haber sido un buen hermano mayor de los pequeños.

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  12. Cuando me entere que nuestro proyecto era de Comprensión de textos no me emocione como esperaba hacerlo. El primer motivo fue porque al empezar el año en el salón no me hablaba con más de 4 personas ya que no conocía a nadie, además no quería involucrarme con un niñ@ en especial . Sin embargo a medida que paso el tiempo era imposible no involucrarme con esos pequeños, yo creo que soñaba tanto que les propuse a mi salón tomar como un proyecto aparte la construcción de una biblioteca. Por otro lado al hacer las actuaciones siempre intentaba dar lo mejor.
    Por lo cual creo que mi ladrillo en el proyecto fue el hecho de trasladar los sueños y hacerlos realidad. No solo los de los niños sino de nosotros mismos como comunidad. Si quiero hablar de mi legado eso se me hace más difícil ya que no fue el que yo esperaba, sin embargo aun así es placentero. Haberme involucrado con Andrea es algo especial para mí, con ella he podido compartir experiencias y hemos aprendido mutuamente de nostras.

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  13. Más que un ladrillo, un valioso aprendizaje

    Al hablar de cuál sería mi ladrillo en CdD, siento que me dicen que es lo que yo dejo, es decir en lo que he aportado. Tal vez mi ladrillo fue dejar un aprendizaje tanto como los niños de 5° y 6° grado (más con los tengo una relación de hermanos) como mi salón y yo.

    Mi aprendizaje en CdD fue prácticamente que las cosas no salen como uno piensa, siempre la persona esta en busca de la perfección por así decirlo, por más pequeño que sea. Pero gracias al proyecto de Comprensión Lectora veía como ante cada situación desde los peques hasta nosotros tratábamos que salga "perfecto", pero las actividades fluían solas, sin seguir los parámetros que nosotros mismos nos poníamos.

    Creo que a lo largo aprendí que las cosas tal vez no es necesario que las planifiques a la perfección, por que tal vez si uno no las planea salen mejor a lo que uno ha esperado desde un inició. Además, gracias a esto (por decir no seguir reglas), conocí y aprendí de otras personas de mi salón y de los pequeños, cosas que estan a la vista pero que costaban verlas; hizo que me lleve mucho de c/u de las personas que conozco y sigo aprendieno de ellos hasta hoy

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  14. Comienzan a cuestionarse todos, y sin embargo somos incapaces de cuestionarnos a nosotros mismos. Los efectos de amar y odiar son ilimitados. Y eso es lo que no te delimita; no hay límites en el amor absoluto sin embargo, nosotros ponemos límites. Al igual que en el odio, no hay límites en el odio absoluto; pero como humanos, estamos obligados a arrepentirnos, a menos que la moral de dicha persona sea forjada en parámetros inhumanos. "La medida del amor es el amor sin medida". Dar afecto es una de las cosas que más me cuesta hacer en toda mi existencia, y es lo que más me limitó en CAS. Yo diría, que a lo largo del proyecto, el ladrillo que aporté, no fue significativo, aporté didácticamente con las visitas, llenaba sonrisas en un inicio; pero decaí. Perdí amigos, perdí esperanzas y se fue al tacho todo. No había necesidad de volver a hacer sonreír a alguien otra vez. Ni hacer sonreír, ni hacerme sonreír. No había ni rastro de culpa ni penuria, solo existía.

    No sé exactamente qué me pasaba (o me pasa), pero lo único que se me ocurría por la mente, era terminar el año. No me había dado cuenta de qué exactamente era lo que tenía en mi realidad. Era una especie de vacío que se llenaba poco a poco. Fue el último día de clases en Llanavilla donde choqué contra la realidad: quizás no volvería ver a muchos pequeños. No soy muy romántica, pero soy sentimentalista. Me duele aceptar que acabó, o quizás es el comienzo de la misma historia, u otra nueva. El legado que dejo en Ciudad de Dios no me basta, y me siento decepcionada de lo poco que pude dar, porque tengo capacidad, pero me derrumbo fácilmente. La metáfora del ladrillo, -como dicen por allí- no encaja perfectamente desde mi punto de vista. Lo que yo más presiento que aporté, es el cemento del proyecto: ayuda, unía equipos y pequeños (los alumnos y el alumnado de Llanavilla) pero jamás sentí que llegué a tocar corazones.

    Quizás no fui un alma en pena ni una pequebella feliz andante por los salones de Ciudad de Dios, pero contribuí en cierta manera: fui hermana de Carolina, la pequeña de ojos negros que se iluminaban con la luz del sol. Gracias a ti, pequeña, CAS no es solo un proyecto más, es una experiencia, que jamás se me irá de tu mente. Te lo agradezco mucho, y con gusto pondré un ladrillo más en la construcción de la biblioteca. CAS no se necesita ser romántico, ni sentimental, solo necesitas un poco de cemento, y aceptar un poco de afecto, de vez en cuando.

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  15. "Hermanos por siempre"

    Si a mí me preguntaran cual fue mi ladrillo en el proyecto en el que hemos trabajado todo el año, diría que ese aporte a la construcción de la ciudad de Dios, mas allá de comprometerme y ofrecer parte de mi tiempo, ha sido el incentivar valores en los niños de Llanavilla mediante consejos y también el hecho de estar siempre dispuesto a apoyarlos y llevarlos por el buen camino; en otras palabras mi aporte radica en el trabajo de campo con la interacción directa con ellos, pues siendo honesto, la planificación más que todo la lideraba mi compañero Kenneth, pero en la ejecución, considero yo daba todo lo que podía pues no solo buscaba enseñarles comprensión lectora, sino también sacarles una sonrisa que aunque muchos piensen no sirve de nada por ser momentánea, yo considero a esos detalles los que pueden cambiar tu forma de ser; y justamente es eso lo que le dije a Omar, uno de los niños de Llanavilla que luego de haberse peleado con uno de sus amigos no quería pedirle perdón, pero tras una larga charla en el que le dije que ese simple hecho de pararse y decirle “perdóname amigo” podía cambiar la ruta de su vida o incluso su amistad con Piero; o también es el caso de Ruby, otra niña que la primera vez que la vi estaba sentada sola agarrándose la cara con una expresión de timidez, pero que luego de hablar con ella por un largo tiempo, con sus respectivos chistes, termino cantando con un megáfono. En resumen, solo quiero decir que hasta la más corta experiencia se puede convertir en un profundo recuerdo; y no lo digo por decir, pues la última clase, luego de que no haya visto a Omar durante un mes, cuando nos encontramos me dio un abrazo, y al final de la clase me entrego una hoja arrancado de su cuaderno en el que se había dibujado a él conmigo decorado con sus huellas y con una nota que decía “Hermanos por Siempre”; o también visto en una Ruby que empezó sin ni siquiera decir su nombre, pero que terminó saltando alegremente dándome un abrazo mientras decía “gracias Mauri”. Por lo que finalmente puedo decir que cumplí mi objetivo principal de todo el año que aunque sea una palabra bastante fuerte, mi legado en este proyecto es la trascendencia; pese a que hayan sido solo dos peques, me siento a gusto conmigo mismo, pues no solo logre que yo trascendiera en ellos, sino también ellos trascendieron en mí, recordándome esa inocencia, esa honestidad, esa alegría, ese amor; en otras palabras, me recordaron quien era yo en verdad.

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  16. Mi experiencia en Ciudad de Dios
    A lo largo del proyecto de Ciudad de Dios he vivido grandes cosas desesperación, alegría, tristeza, cólera, frustración, etc. Todos estos sentimientos son los que me causan los niños del colegio de Llanavilla. Al preguntarme cual fue mi ladrillo de Ciudad de Dios, lo primero que se me viene a la mente son estos niños de 3 y 4 grado con los que más tiempo pasaba enseñando. Yo creo que mi ladrillo ha sido el buscar soluciones frente a los problemas que se nos presentaba.
    En todo el año que vine dictando clases de compresión lectora, un problemas que era habitual es de que no siempre estaba todo cómo se había planeado, es por eso que se tenía que tener un plan B. Yo no soy mucho de liderar o planificar actividades, sin embargo me destaco más en cuanto a la realización de estas. Es por eso que siempre que algo no sale bien o algo falta, yo siempre busca la manera de solucionarlo. Por ejemplo, una clase estaba programa para que la miss Roxana vaya a contar un cuento a los niños con unas láminas, sin embargo hubo un percance a último minuto y no pudo ir, sólo nos dejó las láminas del cuento. Los integrantes de mi grupo no se sabía en el cuento que se iba a realizar, pero yo empecé a preguntar a todos los que iban a ir al colegio de Llanavilla, ahí fue cuando encontré a Elí que era de otro salón. Él se sabía la historia y lo convencí de que fuera a apoyar a mi salón. De esta manera se pudo proceder con la clase. Otro caso fue en cuanto a la vestimenta, no siempre se tenía lo necesario para actuar, sin embargo utilizaba lo que veía alrededor para hacer más realista el personaje. De esta manera, puedo afirmar que mi ladrillo en Ciudad de Dios fue el buscar soluciones rápidas
    Finalmente, mi legado en Ciudad de Dios ha sido enseñar a ser una persona muy aparte de las clases de compresión lectora. Pues uno de los problemas frecuentes en la clase eran lo insultos y peleas. MI grupo enseñaba modales a la par con las clases de compresión. Asimismo, a lo largo de todo el año pude ver que ahora hay un ambiente más tranquilo y bueno a comparación de inicios de año.

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  17. No darte por vencido
    Mi ladrillo durante este año de proyecto ha sido la perseverancia. Cuando comenzamos el proyecto, recuerdo que había compañeros muy motivados, otros que no tanto y a los demás simplemente les daba igual, yo estaba dentro de los que no estaban motivados; en realidad, cuando dijeron el proyecto por primera vez, antes de haber realizado ninguna visita para mí era una nota más. Sin embargo, recuerdo que esa primera visita cambio todo, no era una nota más porque ellos eran personas, eran niños que te estaban esperando toda la semana; ya sea triste o feliz pero estaban ahí para escuchar tu clase y no podías decepcionarlos. Yo sabía que estábamos muy desorganizados, debido a que planeábamos todo a último minuto; a pesar de esto, me refugiaba diciendo “yo no soy la coordinadora de mi comunidad” y me quedaba esperando a que alguien haga algo. Y así pasaron las semanas, hasta que en la tercera visita tuve la oportunidad de conocer a Mayra y Lucero quienes tenían una familia especial y esas pocas y bajas palabras que les pude sacar fueron suficientes para comenzar a trabajar, pues sentí un compromiso muy particular con ellas. Cada lunes después de la visita a Llanavilla ponía en el chat del grupo propuestas de obras para la siguiente semana y así no me respondían yo les seguía hablando en persona o por Facebook. Estoy segura que a muchos de mis compañeros les habré caído pesada y en algún momento me lo dijeron, e incluso “relájate, aún falta mucho tiempo”, “lo que salga”, “impro nomás” eran cosas que me decían normalmente. Y estas me llevaron en determinado momento a cuestionarme si es que, debía dejarlos que hagan sus cosas a último minuto o que no tengan nada preparado y allá hagan lo primero que se les ocurre; pero no deje que eso suceda, entendí que más importante que lo mis compañeros pensaran de mí, no era lo más importante, cuidar como me percibían o tratar de caerle bien a todos, no era lo más importante. En realidad no importaba, porque mi fin era mucho más trascendente. Tal vez, si no hubiera estado mandando mensajes cada día o presionándolos en el colegio para que se aprendan sus guiones o hagan las fichas no hubiéramos terminado una sesión y por lo tanto, los niños se hubiera ido del colegio sin el más mínimo aprendizaje. Además, creo que esta perseverancia no fue solo con mis compañeros sino con el proyecto y los desafíos que esta implicaba en el camino; como cuando hable con la directora para buscar el apoyo de psicólogas y tuve que ir a la oficina de cada psicóloga del colegio, una por una a solicitar ayuda y en la única que encontré el apoyo fue en la psicóloga Marissa de inicial, a quien le envié correos semanales para explicarle el proyecto e intentar envolverla para poder generar el compromiso en ella.
    Creo que mi legado en ciudad de Dios es ser fiel a tu fin. No importa que implique llegar a esto, a veces hay que sacrificar cosas y priorizar. A veces, lo que hagas no todo el mundo tiene que saberlo, puedes hacerlo y con esto a algunas personas no les agrades; pero, no importa porque tu buscar llegar a trascender en algo; sin importar que seas reconocido o no. Puedes haber trabajado mucho, puedes incluso haber hecho más cosas y haberte comprometido más que los coordinadores de tu salón o los alumnos seleccionados al intercas y nadie haberse enterado de lo que has hecho, porque tu fin no es ese, lo que cada uno debe buscar está mucho más allá de ser reconocido por los compañeros o el colegio, es haber generado un cambio en la vida de alguien sin esperar nada a cambio.

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  18. "Todos tenemos un rol, todos tenemos un ladrillo"
    El proyecto de Ciudad de Dios, en lo personal, no ha sido este año del todo emocionante para mí, en el sentido que si comparamos la motivación que mis amigos tuvieron desde un inicio con mis ánimos... Hay una gran diferencia.
    De lo que si me siento satisfecho conmigo mismo a la par del proyecto, es que una de las frases, que una gran cantidad de personas cercanas a mí me recordaban, era cierta: Todos tenemos un papel en la Viña del Señor, encontramos de todo, sea bueno o malo, sea aparentemente relevante o sin importancia, sea útil o inútil, pero que al fin y al cabo, su presencia podría cambiar absolutamente todo.
    Una de las mayores quejas que tenían algunos de mis compañeros era el hecho que algunos no se desenvolvían o estaban involucrados de la misma manera que aquellos que daban muchísima parte de su tiempo al trabajo; pero viendo desde otro punto de vista, digo yo, ¿Qué hubiera sido de algunas actividades sin ellos?, no es claro, pero gracias a ellos aquellos que se quejaban aprendieron a trabajar en grupo y liderar, a aprovechar el potencial de manera indirecta, a ser mucho más exigentes y persistentes en su objetivos, y lo más importante aún, a nunca rendirse.
    Eso es precisamente lo que percibo sea un ladrillo, uno pequeño, como los que no apoyaron, y uno grande, para los grandes que movieron; pero que al fin y al cabo forman el mismo muro, que sin la presencia del otro, el ladrillo se cae, así es nuestro salón.
    Tuve distintos tipos de ladrillos, altas y bajas. Pero destaco mi ladrillo más importante, que fue el contacto que pude lograr con los pequeños chicos de Llanavilla, y las enseñanzas que pude dejarles. Grata fue mi experiencia como profesor, a comparación del hecho de haber sido un amargado planificador y líder de las actividades de 1er y 2do grado o un desmotivado recolector de fondos.
    Me sentía como una especie de psicólogo. El trabajo con los niños, por mi propia intención, fue "A profundidad", de hecho este era llegar al lado profundo de ellos, y dejarles una nueva virtud. Me explico mejor en este ejemplo: la visita que más me conmovió, una de las últimas si mal no lo recuerdo, fue aquella en donde vi a mi inquieto estudiante, que tenia de nombre Johan, pelearse por un par de lápices con uno de sus compañeros. Ambos estaban muy sensibles e incluso con lágrimas en los ojos. Lo que hice fue primero separarlos, e inmediatamente con la ayuda de mi amigo Mauricio buscamos corregir las actitudes de ambos, buscando razones de sus respectivos comportamientos, analizando para finalmente ayudarlos, educarlos y asegurarlos como buenos alumnos y personas. Esto fue algo que hice por lo menos con un par de alumnos por clase.
    Esto es a lo que me trajo el año, a darme cuenta de cómo funcionan las cosas en el mundo, y particularmente a enseñarme que me gusta de trabajar con el resto, que me gusta ayudar a crecer a las personas que lo necesiten en realidad.

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  19. Mi ladrillo en CdD ha sido en las clases de comprensión lectora y en las empresas para recuadra fondos. En primer lugar, con los niños y sus clases todos teníamos nuestro propio rol y cada una formaba parte de un solo ladrillo. Además, había día en que uno de los niños se ponía mal y se le iban las ganas de trabajar, entonces era uno de nosotros el que se encargaba de ir y ayudarlo. En el caso de las empresas, mi ladrillo fua lograr que saliera con Angela ya que teníamos dudas en cuanto su rentabilidad. También, pude ayudar en las ventas y en cocinar algunos insumos.
    En cuanto al mi legado este ha sido con los niños y conmigo, ya que todos somos parte de CdD. Los niños se llevan de nosotros otra realidad, el aprendizaje de nuestros clases y en mi caso, quiero que se queden con una biblioteca. En mi caso, creo que he aprendido a cocinar, a dirigir y ni esperar que me dirijan, a tratar con niños, a saber calmarlos, a entender otra realidad, a tratar con distintas personas, y a muchas cosas más. En sí, creo que el legado que dejó a CdD también es reforzar esa idea del aprendizaje experiencial y a entender ese sentido del curso para que otros lo encuentren.

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