En nuestro proyecto de Comprensión lectora en el colegio Sta. Rosa de Llanavilla no he encontrado ciertamente una discriminación entre nuestra comunidad, pero si indicios de exclusión y problemas de convivencia. La exclusión la encontré primeramente hacia un niñito llamado Ángel, el se aleja normalmente durante las clases, no participa y tampoco interactúa ni con sus compañeritos, ni nosotros. Hace poco nos enteramos que tiene problemas familiares y por eso quiere estar solo, pero creo que se ha ido de las manos y ahora no solo él se aleja, sino que nosotros, por no incomodarlo ni presionarlo a contarlos sus sentimientos, no nos aceramos a él. En este caso la exclusión se da por ambas partes y hasta también por sus propio compañeritos, que al igual que nosotros, se han dejado vencer por su timidez y retracción. También, al final de una de nuestras visitas, tuve la oportunidad de hablar con una de las niñas de nuestro salón, que con su sinceridad de infante, me dijo que no le caía Isabela (otra de nuestras pequeñas), porque desde que había llegado de Colombia junto con su hermana, se convirtieron en el centro de atención de casi todos, lo que había causado un resentimiento. Pero cuando estaba en el salón, algunas niñas la dejaban de lado por ser “la nueva”, “la de otro país” o “la ahora popular”. No llega a ser un problema de discriminación, pero si de exclusión por su origen. Entre los problemas de convivencia que destacan en muestra comunidad está el desorden, la desobediencia y el fastidiarse el uno al otro (mas entre niños), pero muchas veces estos conflictos nos han resultado en peleas entre los pequeños. Comienzan haciendo bromas que todo niño hace, pero llega un punto en que uno de los dos (si no son los dos) que pierde la paciencia y se van a los golpes. Escenas como estas las hemos tratado de solucionar y por medio de “mini-charlas” los niñitos se han vuelto más tolerantes y ordenados. Finalmente, ¿Hasta qué punto nuestra manera de apoyar a la educación de los niños, puede ayudarlos a ser personas de bien? Creo que en todo nuestro proyecto tenemos un poco de todo, algunos casos más graves que otros, pero al cabo, todas merecen ser atendidas y corregidas, cosa que demanda en especial compromiso de sus papas, profesoras y también nosotros. Poco a poco los estamos sabiendo controlar con ayuda de todos y lograr sacar el proyecto adelante, corrigiendo un poquito el “chip” de los niños, con orientaciones sencillas y graduales que los harán ciudadanos de bien para futuras comunidades.
En mi proyecto llevado a cabo en el Colegio Santa Rosa de Llanavilla he podido encontrar unos cuantos problemas de convivencia y discriminación, más no muchos de exclusión. Por otro lado, pienso que los problemas de discriminación se dan más que todo de nosotros hacia ellos, o al menos es lo que yo he presenciado.
La dificultad que tienen los niños para convivir se puede hacer notoria al momento de verlos discutir por cosas tan sencillas. Sin embargo estas discusiones leves o juegos de niños pueden pasar a un mayor grado, ya sea por medio de agresión verbal o física. Incluso estos problemas de convivencia pueden surgir a partir de la discriminación leve que he podido presenciar, pues hace un mes fui testigo de una discusión entre los niños de tercer grado, ya que uno había calificado como “negro” a otro. Más allá de estos problemas no he presenciado una discusión mayor por parte de los pequeños.
Lo que sí es alarmante para mí (o lo era a comienzos del año) es la discriminación que se puede notar desde nuestra parte hacia los niños. Esto no se da por todos nosotros, pero si por una cantidad significativa de los alumnos. Si bien esta ha ido disminuyendo con el paso de los meses, siento que aún está presente pero en un menor grado. Recuerdo que a comienzos del año algunas de las madres de los niños de Llanavilla se dedicaban a vender porciones de comida cuando íbamos los sábados a desarrollar nuestro proyecto. Para ese entonces yo tenía muy marcada en mí esa diferencia de clases y ese desprecio hacia el que no es como yo quiero, por lo que mis reacciones ante el emprendimiento de las señoras no eran las más apropiadas.
Viendo los diferentes problemas entre la relaciones de los propios niños y de nosotros hacia ellos puedo decir que esto es similar a lo que se vive en nuestra sociedad peruana, siendo uno de los países en donde la discriminación se encuentra en un nivel alarmante. Si bien esta se puede presenciar en Llanavilla entre broma y broma, como el hecho de que los niños me hayan titulado “pizarra blanca” por mi color de piel, puede ir creciendo hasta ser un hecho sumamente preocupante como lo que se vive a nuestros alrededores.
Puedo decir que lo que vivimos en nuestro proyecto puede ser titulado como una sociedad como cualquier otra, pues siempre encontraremos problemas de convivencia a nuestro alrededor. El cambio depende de nosotros y marcar la diferencia, de igual forma. Estoy seguro de que nosotros asistimos al colegio a enseñarles a los niños un estilo de vida diferente, a darles una mejor educación para conseguir una sociedad libre de discriminación y de problemas de convivencia. Como lo he mencionado en veces pasadas, el hecho de ir a enseñar compresión lectora es nuestro pretexto para cumplir nuestro verdadero objetivo. A partir de todo esto he podido darme cuenta de lo siguiente: ¿Quieres cambiar la forma de pensar de la población? Pues invierte en educación.
A lo largo de mi proyecto de Ciudad de Dios he podido notar distintas inconveniencias tales como discusiones, ofensas, entre otras más. Todos estos problemas están basados mayormente en lo que es la discriminación y los problemas de convivencia. El problema está en la diferencia de calidad de vida que tengo y tenemos como salón a comparación de la que los niños del colegio de Llanavilla tienen.
Por un lado, los niños se pelean representando a su género. Es decir, los hombres y las mujeres se pelean por qué sexo es mejor que otro. Ello lo evidencié en la última visita al colegio, en la cual hicimos una dinámica de chicos contra chicas que se molestaban por cualquier cosa que el otro grupo hacía y que estaba mal, como por ejemplo soplarle una respuesta al compañero/a. Asimismo, lo noté en la primera visita, cuando hicimos la dinámica del abrazo entre mujeres y hombres. Muchos de los niños optaron por pegar a las niñas con el globo hasta pasar a los golpes. Esto es una clara muestra del gran apoyo que se tienen los grupos de personas de sexo masculino y femenino. Pese a ello, muestra también la falta de convivencia que los grupos mencionados se tienen.
De igual manera, los alumnos no saben escucharnos o dicho de una forma más general, no saben respetarnos. Cada vez que hacemos clase, los niños prefieren jugar que aprender. Es cierto que nosotros como alumnos somos tenemos un parecido en lo irrespetuoso con nuestros profesores, pero tenemos un límite. Estos niños no tienen ningún freno al momento de iniciar con su juego. Es una cadena: uno inicia, otro sigue y todos siguen con su entretenimiento. Igualmente es cierto que nosotros tenemos la culpa por no ser directos con ellos, aunque sé que si lo fuéramos, igual seguirían haciendo lo mismo, porque no nos ven como su directora, personas estrictas y que enseñan de forma dura.
Por otro lado, pude hallar evidencias de discriminación pues nosotros somos parte de un contexto distinto, tenemos hábitos muy diferentes a los que estas personas tienen. En un principio los niños no nos tenían mucha confianza, debido a que no sabían cómo reaccionaríamos al conocerlos. Poco a poco esta confianza fue creciendo, aunque no en todos. Sucede que dos niñas del salón no son de hablar mucho y eso ocurre por la falta de confianza. Piensan que nosotros al ser parte de otras circunstancias, somos diferentes a ellos cuando lo que buscamos realmente es acogerlos o como dijo la directora al inicio del proyecto, ser como sus “hermanos mayores”.
La solución está en las manos del salón entero y está relacionada con la interacción de la vida íntima de cada niño o niña y la nuestra. Si cada uno transmite cariño con algún pequeño conociéndolo más, tratando de mejorar sus errores y buscando la manera de influir en su vida, las dificultades de discriminación, exclusión y convivencia serán menores, creando un ambiente mucho más comunitario.
A medida que fuimos avanzando en el proyecto de comprensión lectora en Llanavilla, pude notar ciertas actitudes exclusivas o de problema de convivencia. Todos estos problemas se hacen evidentes con algunas discusiones o bien con peleas que habrían resultado peor si no hubiéramos intervenido. En mi opinión, un factor por el cual no nos estamos dando cuenta completamente de eso, es por el hecho de que ya lo vemos como un comportamiento normal o porque nos concentramos más en lo que vamos a hacer y nos olvidamos de lo que en realidad deberíamos lograr: Trascender.
En primer lugar, pude presenciar la actitud exclusiva al momento de hacer clase. En nuestro salón hay en especial dos niñas a las cuales se nos ha hecho imposible hacerlas participar. Uno pensaría que sus compañeros también pueden ayudarlas, pero en realidad cada quien va con sus asuntos, salvo algunos casos en donde tienen que trabajar juntos; pero se da más por complicidad que por un acto de comunidad. Con esto me refiero a la última visita; en donde las participaciones individuales eran un poco independientes; cuando el motivo era enseñarles a trabajar en equipo. También cuando se dedicaban más a defender el género dominante a participar.
Hablando de lo del género dominante, aquí pude apreciar los problemas de convivencia que existían; si bien comprendían perfectamente lo que era el orden y la limpieza; recurrían más a la violencia cuando se trataba de resolver un asunto simple, aunque creo que es parte de la naturaleza de los niños, más de los hombres que solemos ser más impulsivos y acostumbramos muchas veces a resolver todo a golpes.
Por último, creo que arreglar estos problemas expresados queda en nuestras manos, pues nosotros somos el ejemplo a seguir de ellos; nos ven como hermanos mayores, como lo expresó la directora el primer día de clases. Debemos tomar riendas en el asunto y buscar soluciones a los problemas que se nos presentan en el salón; si bien estamos ahí para enseñarles a comprender lo que leen, también podemos enseñarles algo mucho más importante: crecer como personas y líderes cristianos.
En nuestro proyecto en el colegio de Llanavilla, no he sido testigo de situaciones que demuestren discriminación, o inclusión social. El problema en Llanavilla radica en la mala convivencia que existe entre los niños de un grupo determinado. En mi caso, los niños de primero y segundo grado aparentan llevarse bien, como personas de su edad lo hacen. Sin embargo, cómo sabemos que esa convivencia es la correcta. En una oportunidad pude observar como una niña trataba mal a otra, una le quitaba cosas a su compañera y viceversa. Con los niños ocurre lo mismo, ellos suelen molestarse con golpes leves o insultándose, porque uno le quito cosas a otro, o porque se apodero de su sitio. Como consecuencia, los adjetivos que se ponen unos a otros y la ruptura de su amistas. Y aunque, se trata de niños de primero y segundo, ellos no usan palabras fuertes o racistas. Estos comportamientos puede que se intensifiquen, y llevar a una actitud más violenta en un futuro, ya que, ellos creen que es la forma de solucionar problemas. En caso de que no intervengamos estas situaciones continuaran. Por ejemplo, el acto de arrebatar cosas entre las niñas, derivo a discriminación, debido a que un grupo comenzó a excluir a una niña, culpándola de cosas que tal vez no haya cometido. Esta situación, probablemente es típica entre personas de su edad, no obstante la falta de comunicación no debe desencadenar en problemas de discriminación. Ambas (mala convivencia y discriminación) están ligadas, y este problema tiene antecedentes y consecuencias. Podemos atribuir a la mala convivencia, problemas como la baja autoestima o timidez. Depende de nosotros representar un cambio en esos momentos. Lo cual, no se trata de una tarea imposible, puesto a que son niños y aprenden con facilidad. La discriminación se trata de corregir pensamientos, como los de alejar a personas por ciertas características, involucra empatía y perseverancia para cambiar esos pensamientos. Lo que me lleva a pensar, en la inmensa responsabilidad que tenemos a través de esos pequeños:”no digas eso” o “pídele disculpas”. Por lo tanto, nuestra misión y reto en Llanavilla, mas allá de enseñarles a entender lo que leen. Es crear un ambiente sano, crear relaciones que involucren empatía y respeto, para transcender en sus vidas, así como ellos lo hacen en la nuestra. Para ello, tratar con los problemas de convivencia es algo vital. De qué nos sirve hacerlos felices por un momento, si a largo plazo no les enseñamos a respetarse.
En mi proyecto de ciudad de Dios, a lo largo de todo este año, he percibido que sí hay evidencias de exclusión y ciertos problemas de convivencia y creo que esto ocurre porque solemos ser muy permisivos, por lo mismo que no tenemos mucha experiencia enseñando, además de que no lo hacemos con pasión y nos olvidamos que es más que una simple nota en un curso.
Primero, desde la primera vez que fuimos a Llanavilla, me di cuenta que había dos chicas que hablaban muy poco pero no le tomé mucha importancia porque pensé que era porque no nos conocían. Conforme pasó el tiempo me di cuenta que se excluía del resto y poco las veía conversar entre ellas. Además de eso, me di cuenta que sus compañeros ni siquiera tenían la intención de tratar con ellas y en la última visita me percate que no las conocían mucho y con las justa sabían sus nombres.
Después, cuando eres pequeño siempre existirá rivalidad entre mujeres y hombres pero en mi salón me he dado cuenta que inclusive suelen recurrir a la violencia cuando se trata de un tema simple, como concursos que realizamos en clase. Y a veces suelen ofenderse mediante palabras con tal de demostrar superioridad.
Como solución propongo no olvidar el porqué es que hacemos clases, no únicamente es una nota, un profesor marca la vida del alumno y puede llegar a influir en el futuro. Debemos dejar de ser permisivos y empezar a poner orden pues el que exista, a veces, esta atmósfera de exclusión y poca convivencia puede provocar que los niños no se lleven nada de nosotros y no logren aprender nada. Es un gran reto para mi grupo pero la vida no sería tan bella si no existieran los retos.
Convivencia en Llanavilla Dentro de mi proyecto de plan lector, personalmente a niños de 3ro y 4to de primaria, sí he podido encontrar evidencias de discriminación dentro de su mismo entorno y entre su comunidad. Analizando un poco las actitudes de estos pequeños hago una comparación a cómo es que se manejaba el tema de la discriminación en mi entorno cuando yo tenía su edad algunos años atrás. Bien por el contexto, la evolución en las relaciones de los más pequeños o la educación en sí, no recuerdo haber vivido nada parecido a lo que estos pequeños están tan acostumbrados a escuchar. Por parte mía considero que la diferencia radica, más que nada, en ese poco respeto por la autoridad que los niños están acostumbrados a demostrar, por lo que nos consideran más que profesores, sus amigos e iguales cuando evidentemente no es así; lo que desemboca en la falta de respeto entre ellos a pesar de encontrarse una persona mayor cerca. Tomemos el ejemplo de un niño en mi última visita: un compañero y yo nos tuvimos que quedar gran parte de la clase a su lado. ¿El motivo? Se rehusaba a ir a la mesa con sus demás compañeros debido a que los otros niños se referían a él como “negro” haciendo alusión al color de su piel, cuando la de ellos no era muy diferente. Este acto no solo separó al niño de su comunidad sino que lo denigró hasta el punto que tuvimos que intervenir para tratar de calmar la situación que felizmente fue posteriormente controlada. La discriminación, exclusión y convivencia experimentada en Llanavilla, no es diferente a la que nosotros experimentamos día a día. Muchas veces tendemos a relacionar buena educación con cero discriminaciones cuando la verdadera diferencia entre ambas vendría a ser que a medida que se tenga una mayor educación esta se hace más discreta, llegando a afectar igual o incluso más a los involucrados. Cuando se realiza una visita, se da un encuentro de dos realidades completamente diferentes, que si no recordamos que eso no significa un nivel de superioridad mayor, podríamos estar expuestos a discriminar de igual manera o peor a la que estos niños están acostumbrados entre ellos. Todo problema debe ser ataco desde la raíz, y en este caso vendrían a ser los niños, con una buena instrucción de valores en colegios públicos (mayoría en el Perú) se podrá apuntar, en un futuro, a un país mucho más pacífico con igualdades saldadas sin importar el color de piel, condición social o sexo. Un problema de esta magnitud debería ser controlado ahora que está en nuestras manos, no esperar a que se salgan de ellas para recién ahí, ejecutar un plan de acción. La discriminación no solo afecta a esta comunidad de pequeños en su autoestima sino en su capacidad de relacionarse en el futuro dejándolos en desventaja ante un mundo tan globalizado.
En un inicio, no veíamos ningún indicio de discriminación o alguna exclusión social en nuestro grupo de niños, todo parecía normal, los niños se llevaban bien. Siempre estaban los creativos y espontáneos que hacían la clase mucho más divertida, los tímidos y los que siempre estaban atentos a la clase, pero todos ellos se llevaban bien y hacían las clases juntos. Sin embargo, nos equivocamos. Al pasar el tiempo, veíamos que, si bien la discriminación no era muy notoria en nuestro salón, la exclusión social sí al igual que otros factores que llevaban a peleas e insultos infantiles. Tal vez siempre estuvieron ahí, solo que lo veíamos como algo normal o algo pasajero, que no influiría en el comportamiento de ninguno ni mucho menos en nosotros, realmente nos equivocamos. Uno de los casos que pudimos ver en nuestro salón de clases fue que, nuestros niños se dividen en dos tipos de grupos, los de 5to grado y los de 6to grado, los de 5to son muy alegres y extrovertidos, se llevan bien entre todos ellos (niñas y niños) y eran quienes más participaban en clase, los de 6to son totalmente diferentes, son la minoría de grupo, tímidos y nunca participan y cuando lo intentan, los niños de 5to sueltan la respuesta o se ríen de lo que hacen evitando que los otros participen, esto no lo veíamos en un principio porque, como dije, eran la minoría del salón, nosotros nos fijábamos únicamente en los extrovertidos y los que participaban en clase, cosa que no debió ser así, además ya que la mayoría de nuestras clases consistían en actuaciones y resolución de fichas grupales, no nos permitíamos a interiorizar con ellos, dejándolos de lado sin saber sus problemas o preocupaciones. Esto ahora es un problema porque vemos que los números de los niños de 6to grado se han reducido a dos y esos dos siempre están al fondo del salón y en silencio cosa que no debe ser. En la última visita siempre veíamos que los que más participaban eran los de 5to, los dos de 6to sólo participaban cuando se los pedíamos, esto se nos ha vuelto un problema, pero también un desafío. Otro problema de exclusión social que logramos ver en nuestro proyecto fue las formas de como ellos resuelven sus "disputas" grupales, cuando uno de los niños no está de acuerdo con el otro, los chicos optan por pelear para ver quién tiene razón, nosotros tratamos de interfiere pero ellos se vuelen tercos y siguen la pelea. Cuando uno supuestamente "se rinde", este es excluido del grupo durante la clase, ¿de qué manera? Pues simplemente dejan de hablarle a lo largo de nuestra sesión y al mismo tiempo empiezan a hacer burlas de este por lo que también podría considerarse como un tipo de discriminación hacia el niño.
Hay que tener en cuenta que todos son niños y están en pleno proceso de formación lo que significa que podemos cambiar su forma de actuar, no es fácil pero tampoco imposible, no es nada bueno que los niños se comporten de esa forma, no podemos aceptar la indiferencia, tenemos que cambiar, salir de la zona de confort y entrar a la zona de riesgo, el que no arriesga no gana.
¿Alguna vez te has enfrentado con la realidad? Sabemos que desde hace muchos años el término “discriminación” nos acompaña a todos lados; sin embargo, me cuestiono ¿acaso podemos ser tan fríos de fijarnos en aspectos secundarios de los demás? Hoy en día el acto de separar a una persona de una sociedad o denigrarla a partir de criterios determinados se ha vuelto un acto común en la sociedad. Lamentablemente uno de los medios por donde evidencian este acto frecuentemente es a través de los programas televisivos, no cabe duda que desde grandes a pequeños adoptan el comportamiento que se presentan en dichos medios. Por esta razón, afirmo con seguridad que a lo largo del Proyecto de CdD se ha visto presente actos de discriminación y problemas de convivencia. En cuanto a lo mencionado anteriormente, se plantearan tres argumentos que sirvan de apoyo a mi postura.
Al principio de cada visita se podida observar como las madres de los niños a los que enseñaríamos, realizaban distintas formas de salir adelante. Una de ellas era preparando ciertos platos típicos que acostumbraban comer, tales como “chanfainita” o “tallarín remojado”. Es en esos momentos donde suelen salir dichas expresiones como “¡qué asco!”, “¿eso es lo que comen?, Ni por muerta lo como” o el simple hecho de mirar despectivamente a la comida era necesario para que dichas amas de casa puedan percibirlo. Me quedo sorprendida ya que al fin y al cabo es una comida ¿o, no? Y a la vez con el sentimiento que cada vez el mundo nos presenta situaciones alienadas, las cuales creemos muchas veces que es lo “chévere” usando términos vagos. Lamentablemente, no dudo que si restaurants conocidos como “Long Horn” “La tiendecita Blanca” o “Vivaldi” nos presentaran dichos potajes asentaríamos con la cabeza con un “Gracias”.
Por otra parte, los problemas de convivencia se han visto de una u otra forma, ya sea por la edad en la que se encuentran, un rango de 5 a 9 años; donde piensan que una bofetada en la mejilla es el peor daño; sin embargo, así empezamos a cultivar una sociedad que no sabe medir sus impulsos y menos buscar soluciones. Lo triste es que muchas veces se deja pasar por alto situaciones como ver pelear dos niños y dejar pasarlo por alto sin encontrar una solución. Por ello, la necesidad de conversas con cada uno de ellos es necesario para que sean conscientes de lo que han cometido. Por lo tanto, no creo que la solución sea seguir cruzados de manos; sino, encontrar medidas para solucionar dichos factores que irrumpen una buena convivencia.
De igual forma, el acto de decir “mira esos niños pobrecitos, dan pena” no creo que sean los mejores términos para expresarnos, ya que ¿por qué disminuir a una persona diciendo “da pena”? Debo admitir que un primer instante, actuaba de tal forma que me expresaba disminuyendo a dichas familias ya que el decir “dan pena” es sentir lastima por la condición de vida en la que viven. Ahora entiendo que es la realidad global que les tocó vivir y tenemos que aceptarlo. Lo importante es percibir dicha condición socioeconómica y contribuir en cambiar el pensamiento conformista que muchas veces se ve presente en dichas familias. Finalmente, a través de lo expuesto he querido dar a conocer como a partir de situaciones experimentadas en el proyecto de CdD, se puede evidenciar la discriminación o problemas de convivencia. Lamentablemente, la sociedad sigue cegada ante las diversas cosas que nos presenta el mundo, creo que lo más triste es darse cuenta que dichos actos pueden destruir corazones ya que una mirada dice más que mil palabras, finalizo diciendo ¿de qué manera podemos iniciar un cambio, acaso no empezamos desde CdD?
Problemas en Llanavilla A lo largo del todo el proyecto de Ciudad de Dios en el colegio de Llanavilla he podido presenciar algunos caso de discriminación y problemas de convivencia en los grados de 3° y 4°, mas no de exclusión. Entre los problemas de convivencia, los que más suceden es la falta de atención por parte de los alumnos, desobediencia y en algunas ocasiones peleas. La falta de atención por parte de los alumnos se da debido a que ellos siempre quieren jugar, porque al ser solo jóvenes estudiantes no nos ven como un profesor, sino como un amigo más para poder jugar, además también ha sido culpa nuestra, ya que no supimos tratar como se debe a los niño, en vez de ser estrictos como un profesor real nos pusimos como niños, dándole mucha confianza para que solo piensen en jugar. A partir de esto surge la desobediencia, debido a que como creen que no le haremos nada malo y por eso pocas veces nos hacen caso. Por otro lado, las peleas en los salones se están volviendo algo más habitual, porque empieza con unos insultos que llevan a que los niños se golpeen entre sí. En mi caso, Jesús e Ignacio son los niños más fastidiosos e inquietos, de ellos normalmente empiezan los insultos hacia sus demás compañeros, de ahí los demás le responden hasta que llegan al punto de pelearse. Por otra parte, el tema de discriminación se hace presente. Especialmente en el caso del color de piel. En mi salón hay un niño llamado Jairo, el cual tiene el color de piel un poco más oscuro que sus demás compañeros, algunos de los niños lo fastidian con eso o evitan juntarse con él, afortunadamente son solo algunos que lo hacen, no la mayoría. Desde mi punto de vista, está mal ya que los niños que discriminan a Jairo son casi del mismo color de piel, además no deben discriminar por algo tan tonto como eso, a final y al cabo todos somos iguales y no tenemos por qué discriminar a los demás por el color de piel o cualquier otra cosa. La solución ante estos problemas no solo está en nosotros sino que también en los niños del salón. Nosotros como profesores debemos inculcarle los valores cristianos y darles una buena formación educativa. Pero depende de ellos si lo aplican o no en su vida diaria.
Yacía al borde de la baranda en un salón de segundo de primaria en el Colegio en Llanavilla en mi proyecto de Ciudad de Dios. Miraba atentamente a un pequeño acurrucado en una esquina, con la cara llorosa. Sabía que le pasaba algo a ese pequeño, pero de entrar en acción, antes había analizado curiosamente la situación: dos pequeños se reían de él, y lo excluyeron de su grupo social inmediatamente debido a que tenía una opinión distinta a la de los pequeños.
Ha pasado 6 meses desde que comenzó el año escolar, y vagas memorias comenzaron a surgir de mi cabeza. ¿Acaso la sociedad es la misma que se encarga de intensificar e incrementar la gravedad del asunto? La discriminación ha sido un serio problema desde que tengo memoria y hasta ese entonces, hay problemas grandes de comunicación a causa de los diversos tipos de exclusiones (mayoritariamente entre los alumnos de Llanavilla) y problemas de convivencia en el proyecto de mi salón en Llanavilla.
Uno de los principales casos que noté a parte de la anterior -donde el agredido fue un pequeño llamado Ángel- fue el caso de la pequeña de Lucero y su hermanita, Mayra, cuyos problemas giran muy entorno a la exclusión, por parte de sus compañeros de salón. Ahí las podía mirar desde afuera del salón, como una vista panorámica del todo el salón. Carlos Gala iba explicando la clase, mientras Lucero y Mayra tenían la vista en distintos puntos fijos, entre tratando de entender y perdiéndose en la inmensidad de sus imaginaciones. Traté de animarlas, entré y traté de hablarles.
No me hicieron caso, y desistí. Giré hacia otro grupo, y ya me había olvidado de ella. Comencé hablar con Paola, ya que con ella me sentía más fácil de hablar que con cualquier otra persona. Y Paola me miró, y me dijo: “tranquila, ellas son así”. Me quedé pensando, y dije: “¿cómo que así?”. “No hablan y por eso no les hablamos, por eso son así”. Así, así. Me parecía ilógico, algo sinceramente fuera de lo lógico para mis capacidades, y siendo sincera, me parece inhumano juzgar antes de conocer bien a la persona.
Exclusión es el término más adecuado parad poder describir la defensa de una postura ante, un séquito de pequeños que estaban liderados por alguien, entre comillas, superior, cuya “soberanía” era independiente del resto debido a que él o ella, tenía la razón. Algo más lógico que eso, fue el hecho de entender porque a nosotros nos cuesta tanto no quejarnos o más bien, solucionar los problemas dejando de lado el instinto, que usualmente gana a la razón. Este acto de exclusión debería ser evitado a toda costa, y sí, admito que soy muy irresponsable en ciertos puntos porque no existe un equilibrio entre ayudar y pasarla bien con algunos pequeños en Llanavilla. Se debe tomar soluciones contra este tipo de problemáticas y actuar; se debe construir una ciudad para pequeños trotamundos de Dios.
El proyecto hecho en companía de la miss Paloma Kruger resultó ser excelente en el desarrollo de nuestro equipo como comunidad y de los alumnos: Se resultó un aprendizaje excelente en ambos grupos además de yo haber dado mi primer 20 a un niño que aprendió correctamente como usar la coma, y de paso, los dos puntos.
No obstante, se debe añadir como hubo desacuerdos y conflictos entre los niños de Llanavilla: Hubo un conflicto algo fuerte a raíz de un pequeño molestar a otro, se llegó primero a los insultos y después casi a los golpes de no haber una intervención nuestra. La raíz del problema de convivencia en Llanavilla es por posiblemente la baja autoestima o timidez de algunos de los niños, considerando claro que como nos dijo la miss Rosemary, tienen problemas familiares.
Nuestra misión primaria debe ser proveerles afecto y cariño del que tal vez no disponen en casa y enseñarles normas de convivencia para que dejen de haber este tipo de conflictos en los cuales se podría resultar herido. Debemos crear un ambiente donde reine el respeto y amistad, se debe tratar de manejar estos conflictos y dar soluciones a largo plazo.
La discriminación hacia cualquier persona es inaudita pero a la vez cotidiana. En el Perú tenemos esa actitud de “cholo que cholea al cholo” la cual no solo se genera por los anuncios publicitarios sino desde el núcleo familiar, puesto que las personas de tez clara tienden a excluir sin razón a personas de tez más oscura y sobre todo que no sean de la capital.
Tras observar las actitudes de los pequeños de Llanavilla, a mi parecer solo cabe recalcar como unos cuantos comparaban calificaciones entre sí y me comentaban que algunos de sus compañeros no sabían nada porque tenían la mínima calificación, lo cual pienso que solo estaban pensando en voz alta, por así decirlo, porque a su edad no lo hacen malintencionado pues al verlos me doy cuenta que siguen teniendo un corazón puro e inocente lo cual genera solo la manifestación de su punto de vista.
Sin embargo, de una u otra manera mis compañeros han realizado una discriminación ya sea despreciando la comida que una vez las mamás de los niños estaban ofreciendo porque simplemente no les gustaba, comentando y en realidad criticando la actitud o acción de alguno de los niños porque a su parecer “eso es de cholos” o mirando a los pequeños con superioridad. Esto surge debido a la polaridad que hay en nuestro país generando a la larga una exclusión social porque aunque todos tenemos los mismos derechos, la misma nacionalidad (en este caso) y sobre todo pertenecemos a la raza humana; hay una marginación de los de la clase socio-económica alta o media alta porque por el entorno en donde se relacionan son “superiores”.
Es ridículo cómo pueden crearse divisiones en un país multirracial como lo es el Perú, si los mismos niños de Llanavilla, por ejemplo, se apoyan entre sí, ¿Por qué nosotros no podemos tener esa pureza como ellos? ¿hasta cuándo seguiremos siendo “cholos que cholean al cholo?
Enseñando con el ejemplo Mediante el proyecto que vamos realizando en Llanavilla, he podido encontrar exclusión social en el salón de 5to y 6to, donde yo enseño. Al comienzo de clases, note que había dos niñas que no hablaban, no interactuaban y por esto eran excluidas por sus compañeros. Recuerdo que una de las primeras clases, le pregunte a Mariana (otra niña del salón) porque Mayra y su hermana no participaban y me dijo no sé, ellas nunca hablan y le pregunte si les había intentado hablar y me dijo que no, nadie habla con ellas. Fue recién en ese momento que me di cuenta del problema, en un inicio pensé que eran tímidas como cualquier persona y especialmente debido a que eran las primeras veces que íbamos; así que de alguna forma, todo mi grupo paso de ellas, no sé si todos se habrán dado cuenta de ellas pero los que se dieron cuenta decidieron evadir el problema incluyéndome. Conforme iban pasando las semanas, creo que todos nos dimos cuenta de esta exclusión no solo por los mismos niños sino que ahora era incluso por nosotros mismos. Y no fue hasta la última clase donde yo y Ana salimos a hablar un minuto porque no nos parecía que eso estaba bien; más tarde nos enteramos que ellas tenían problemas familiares y era esa la razón por la cual no hablaban mucho. Fue entonces que decidimos hacer una dinámica, para que las chicas trabajen en equipo para poder ganar; y hacíamos barras y las ayudábamos a todas por igual. Con esto logramos que una de las hermanas se conecte al grupo; sin embargo, la mayor se mantuvo distante. Esto se debe a que esta no sabía escribir y de alguna manera siguió siendo excluida del grupo por no saber escribir. En la siguiente clase, nos acercamos a ella y le hablamos, no siempre obteníamos respuestas pero no la dejábamos de lado. Por mi parte, al saber que ella no sabía leer, me acercaba a ella y le preguntaba si había entendido y se lo volvía a explicar. Es muy fácil y cómodo ver que alguien tiene problemas y no involucrarse; y esto es lo que los niños copian, probablemente hayan visto a algún maestro a alguien hacer esto y como no saben qué hacer con ellas, deciden ignorarlas. Creo que un “hola” hace la diferencia, especialmente en casos tan especiales como estas hermanas que tiene problemas familiares y tal vez, en casa no tengan con quien conversar o jugar. Sinceramente, creo que la mejor manera de parar con estos actos es mediante el ejemplo, si no quieres que los niños excluyan a alguien tu tampoco lo hagas, son niños, ellos necesitan que alguien los guie y les enseñe lo que está bien o mal.
Llevar los problemas e insultos de nuestra vida a Llanavilla... mala idea, sumando a lo demás
Los niños de primer y segundo grado de Llanavilla los conocí por ser unos niños inocentes, jugando a lo que los niños comúnes juegan, como correteos y cosas varias. Sin embargo existen problemas en círculos que he podido ver en los niños, de clase social. Algunos pequeños pueden ser muy unidos, jugar y demás; sin embargo no son muuy diferentes a los de nuestra edad de cara a dejar de lado a alguien del grupo. Esto lo ví en las primeras visitas a Llanavilla, donde había un niño llamado Gean Pier que era un discriminador. No solo se creía el líder de los niños, sino también de nosotros, y nos insultaba y blasfemaba. Según observe su comportamiento influia en los demás niños, generando anarquía y una especie de ley de la selva, donde el más agresivo sobrevivía. Desde que dejó de ir, las cosas se calmaron bastante, pero hubiera sido interesante ayudarlo a cambiar.
Otra cosa sumada a lo social es que los grupos de amistad de los niños ya están definidos, y no parecen ser abiertos a nuevas relaciones. Esto ocurrió recientemente con el pequeño David, de inicial, que estuvo con los niños de primero y segundo en la última visita. Le dije que intente hacer nuevos amigos porque estaba aislado en el salón, pero antes de que lo intente, lo molestaban de "chibolo" o de "colado", puesto que no era su salón correspondiente. A pesar de ello pude ayudarlo a sentirse bien en el salón.
Pasando a hablar de nosotros, muchas veces, y hablo por mí y por otros testimonios que logré recopilar, nos hemos quejado de los niños de Llanavilla. "Huelen feo...", "Son unos pobres...", "Ya no hay nada que se pueda hacer.". Cada comentario surgía en la primera semana, y no sé si pueda afirmar que ya lo hemos sacado de nuestra mente, porque desgraciadamente este tema de discriminar a la gente viene de casa y del colegio. Siendo así que esperamos hacer para cambiar, ¿Olvidar el tema? ¿Comprar felicidad? ¿Ponerse los pantalones y hacer una crítica? Porque no somos diferentes a ellos. Somos personas, comunidad, y nos guste o no, debemos respetarlos porque son nuestros iguales; así como ellos deben aprender cuando crezcan que el respeto es una virtud, y los hace verdaderos hombres y mujeres.
Como en la mayoría de lugares, en Llanavilla he encontrado evidencia de discriminación, exclusión y problemas de convivencia en los niños de 3er y 4to grado, especialmente en un grupo de chicos. En primer lugar, la discriminación se puede dar según diversos criterios. Uno de estos fue el que pude observar cuando un niño fastidiaba a otro porque este había repetido el año escolar. En este caso, el niño mayor se sentaba separado de sus compañeros porque algunos de sus compañeros lo fastidiaban. Al hablar con uno de ellos para preguntarle por qué lo hacía, él respondió que él chico los fastidiaba y luego hablo que este había repetido. En ese momento, tratamos de hacerle ver que quizás el tenía miedo de no encajar y que no había razón para molestarlo. Felizmente, él problema se arregló pero fue un signo clave de cierta discriminación. Por otro lado, en una ocasión pude detectar una exclusión tal vez no tan marcada pero que si afectaba a un niño. El niño era un poco más callado que los demás y por momentos sus compañeros lo excluían. Ellos no se daban cuenta, como en muchos casos, pero el niño si se sentía y en un momento se puso triste. Problemas como estos pueden empeorar si no se solucionan, hablando con todos y prestándole atención al chico ya que me di cuenta que muchas veces no le prestábamos atención. Para agregar, los problemas de convivencia que vi fue entre una niña y un niño cuando este no le quiso prestar sus colores. La niña empezó a llorar y no quiso hacer nada en mucho tiempo. La tratamos de ayudar y si quisimos enseñarle al niños a compartir. Muchas veces una acción puede afectar más a uno que a otro y en este caso los problemas de convivencia se dieron entre géneros distintos. En conclusión, problemas surgen en todas partes y Llanavilla no es la excepción. Problemas de este tipo se dan en diferentes rangos y de distintas formas y no afectan a todos por igual. Por ello, es vital detectarlos y solucionarlos de la mejor manera posible.
Problemitas en Llanavilla.
ResponderEliminarEn nuestro proyecto de Comprensión lectora en el colegio Sta. Rosa de Llanavilla no he encontrado ciertamente una discriminación entre nuestra comunidad, pero si indicios de exclusión y problemas de convivencia.
La exclusión la encontré primeramente hacia un niñito llamado Ángel, el se aleja normalmente durante las clases, no participa y tampoco interactúa ni con sus compañeritos, ni nosotros. Hace poco nos enteramos que tiene problemas familiares y por eso quiere estar solo, pero creo que se ha ido de las manos y ahora no solo él se aleja, sino que nosotros, por no incomodarlo ni presionarlo a contarlos sus sentimientos, no nos aceramos a él. En este caso la exclusión se da por ambas partes y hasta también por sus propio compañeritos, que al igual que nosotros, se han dejado vencer por su timidez y retracción.
También, al final de una de nuestras visitas, tuve la oportunidad de hablar con una de las niñas de nuestro salón, que con su sinceridad de infante, me dijo que no le caía Isabela (otra de nuestras pequeñas), porque desde que había llegado de Colombia junto con su hermana, se convirtieron en el centro de atención de casi todos, lo que había causado un resentimiento. Pero cuando estaba en el salón, algunas niñas la dejaban de lado por ser “la nueva”, “la de otro país” o “la ahora popular”. No llega a ser un problema de discriminación, pero si de exclusión por su origen.
Entre los problemas de convivencia que destacan en muestra comunidad está el desorden, la desobediencia y el fastidiarse el uno al otro (mas entre niños), pero muchas veces estos conflictos nos han resultado en peleas entre los pequeños. Comienzan haciendo bromas que todo niño hace, pero llega un punto en que uno de los dos (si no son los dos) que pierde la paciencia y se van a los golpes. Escenas como estas las hemos tratado de solucionar y por medio de “mini-charlas” los niñitos se han vuelto más tolerantes y ordenados.
Finalmente, ¿Hasta qué punto nuestra manera de apoyar a la educación de los niños, puede ayudarlos a ser personas de bien? Creo que en todo nuestro proyecto tenemos un poco de todo, algunos casos más graves que otros, pero al cabo, todas merecen ser atendidas y corregidas, cosa que demanda en especial compromiso de sus papas, profesoras y también nosotros. Poco a poco los estamos sabiendo controlar con ayuda de todos y lograr sacar el proyecto adelante, corrigiendo un poquito el “chip” de los niños, con orientaciones sencillas y graduales que los harán ciudadanos de bien para futuras comunidades.
Una sociedad como cualquier otra
ResponderEliminarEn mi proyecto llevado a cabo en el Colegio Santa Rosa de Llanavilla he podido encontrar unos cuantos problemas de convivencia y discriminación, más no muchos de exclusión. Por otro lado, pienso que los problemas de discriminación se dan más que todo de nosotros hacia ellos, o al menos es lo que yo he presenciado.
La dificultad que tienen los niños para convivir se puede hacer notoria al momento de verlos discutir por cosas tan sencillas. Sin embargo estas discusiones leves o juegos de niños pueden pasar a un mayor grado, ya sea por medio de agresión verbal o física. Incluso estos problemas de convivencia pueden surgir a partir de la discriminación leve que he podido presenciar, pues hace un mes fui testigo de una discusión entre los niños de tercer grado, ya que uno había calificado como “negro” a otro. Más allá de estos problemas no he presenciado una discusión mayor por parte de los pequeños.
Lo que sí es alarmante para mí (o lo era a comienzos del año) es la discriminación que se puede notar desde nuestra parte hacia los niños. Esto no se da por todos nosotros, pero si por una cantidad significativa de los alumnos. Si bien esta ha ido disminuyendo con el paso de los meses, siento que aún está presente pero en un menor grado. Recuerdo que a comienzos del año algunas de las madres de los niños de Llanavilla se dedicaban a vender porciones de comida cuando íbamos los sábados a desarrollar nuestro proyecto. Para ese entonces yo tenía muy marcada en mí esa diferencia de clases y ese desprecio hacia el que no es como yo quiero, por lo que mis reacciones ante el emprendimiento de las señoras no eran las más apropiadas.
Viendo los diferentes problemas entre la relaciones de los propios niños y de nosotros hacia ellos puedo decir que esto es similar a lo que se vive en nuestra sociedad peruana, siendo uno de los países en donde la discriminación se encuentra en un nivel alarmante. Si bien esta se puede presenciar en Llanavilla entre broma y broma, como el hecho de que los niños me hayan titulado “pizarra blanca” por mi color de piel, puede ir creciendo hasta ser un hecho sumamente preocupante como lo que se vive a nuestros alrededores.
Puedo decir que lo que vivimos en nuestro proyecto puede ser titulado como una sociedad como cualquier otra, pues siempre encontraremos problemas de convivencia a nuestro alrededor. El cambio depende de nosotros y marcar la diferencia, de igual forma. Estoy seguro de que nosotros asistimos al colegio a enseñarles a los niños un estilo de vida diferente, a darles una mejor educación para conseguir una sociedad libre de discriminación y de problemas de convivencia. Como lo he mencionado en veces pasadas, el hecho de ir a enseñar compresión lectora es nuestro pretexto para cumplir nuestro verdadero objetivo. A partir de todo esto he podido darme cuenta de lo siguiente: ¿Quieres cambiar la forma de pensar de la población? Pues invierte en educación.
Trascender en la vida de los niños
ResponderEliminarA lo largo de mi proyecto de Ciudad de Dios he podido notar distintas inconveniencias tales como discusiones, ofensas, entre otras más. Todos estos problemas están basados mayormente en lo que es la discriminación y los problemas de convivencia. El problema está en la diferencia de calidad de vida que tengo y tenemos como salón a comparación de la que los niños del colegio de Llanavilla tienen.
Por un lado, los niños se pelean representando a su género. Es decir, los hombres y las mujeres se pelean por qué sexo es mejor que otro. Ello lo evidencié en la última visita al colegio, en la cual hicimos una dinámica de chicos contra chicas que se molestaban por cualquier cosa que el otro grupo hacía y que estaba mal, como por ejemplo soplarle una respuesta al compañero/a. Asimismo, lo noté en la primera visita, cuando hicimos la dinámica del abrazo entre mujeres y hombres. Muchos de los niños optaron por pegar a las niñas con el globo hasta pasar a los golpes. Esto es una clara muestra del gran apoyo que se tienen los grupos de personas de sexo masculino y femenino. Pese a ello, muestra también la falta de convivencia que los grupos mencionados se tienen.
De igual manera, los alumnos no saben escucharnos o dicho de una forma más general, no saben respetarnos. Cada vez que hacemos clase, los niños prefieren jugar que aprender. Es cierto que nosotros como alumnos somos tenemos un parecido en lo irrespetuoso con nuestros profesores, pero tenemos un límite. Estos niños no tienen ningún freno al momento de iniciar con su juego. Es una cadena: uno inicia, otro sigue y todos siguen con su entretenimiento. Igualmente es cierto que nosotros tenemos la culpa por no ser directos con ellos, aunque sé que si lo fuéramos, igual seguirían haciendo lo mismo, porque no nos ven como su directora, personas estrictas y que enseñan de forma dura.
Por otro lado, pude hallar evidencias de discriminación pues nosotros somos parte de un contexto distinto, tenemos hábitos muy diferentes a los que estas personas tienen. En un principio los niños no nos tenían mucha confianza, debido a que no sabían cómo reaccionaríamos al conocerlos. Poco a poco esta confianza fue creciendo, aunque no en todos. Sucede que dos niñas del salón no son de hablar mucho y eso ocurre por la falta de confianza. Piensan que nosotros al ser parte de otras circunstancias, somos diferentes a ellos cuando lo que buscamos realmente es acogerlos o como dijo la directora al inicio del proyecto, ser como sus “hermanos mayores”.
La solución está en las manos del salón entero y está relacionada con la interacción de la vida íntima de cada niño o niña y la nuestra. Si cada uno transmite cariño con algún pequeño conociéndolo más, tratando de mejorar sus errores y buscando la manera de influir en su vida, las dificultades de discriminación, exclusión y convivencia serán menores, creando un ambiente mucho más comunitario.
A medida que fuimos avanzando en el proyecto de comprensión lectora en Llanavilla, pude notar ciertas actitudes exclusivas o de problema de convivencia. Todos estos problemas se hacen evidentes con algunas discusiones o bien con peleas que habrían resultado peor si no hubiéramos intervenido. En mi opinión, un factor por el cual no nos estamos dando cuenta completamente de eso, es por el hecho de que ya lo vemos como un comportamiento normal o porque nos concentramos más en lo que vamos a hacer y nos olvidamos de lo que en realidad deberíamos lograr: Trascender.
ResponderEliminarEn primer lugar, pude presenciar la actitud exclusiva al momento de hacer clase. En nuestro salón hay en especial dos niñas a las cuales se nos ha hecho imposible hacerlas participar. Uno pensaría que sus compañeros también pueden ayudarlas, pero en realidad cada quien va con sus asuntos, salvo algunos casos en donde tienen que trabajar juntos; pero se da más por complicidad que por un acto de comunidad. Con esto me refiero a la última visita; en donde las participaciones individuales eran un poco independientes; cuando el motivo era enseñarles a trabajar en equipo. También cuando se dedicaban más a defender el género dominante a participar.
Hablando de lo del género dominante, aquí pude apreciar los problemas de convivencia que existían; si bien comprendían perfectamente lo que era el orden y la limpieza; recurrían más a la violencia cuando se trataba de resolver un asunto simple, aunque creo que es parte de la naturaleza de los niños, más de los hombres que solemos ser más impulsivos y acostumbramos muchas veces a resolver todo a golpes.
Por último, creo que arreglar estos problemas expresados queda en nuestras manos, pues nosotros somos el ejemplo a seguir de ellos; nos ven como hermanos mayores, como lo expresó la directora el primer día de clases. Debemos tomar riendas en el asunto y buscar soluciones a los problemas que se nos presentan en el salón; si bien estamos ahí para enseñarles a comprender lo que leen, también podemos enseñarles algo mucho más importante: crecer como personas y líderes cristianos.
Sana convivencia
ResponderEliminarEn nuestro proyecto en el colegio de Llanavilla, no he sido testigo de situaciones que demuestren discriminación, o inclusión social. El problema en Llanavilla radica en la mala convivencia que existe entre los niños de un grupo determinado.
En mi caso, los niños de primero y segundo grado aparentan llevarse bien, como personas de su edad lo hacen. Sin embargo, cómo sabemos que esa convivencia es la correcta. En una oportunidad pude observar como una niña trataba mal a otra, una le quitaba cosas a su compañera y viceversa. Con los niños ocurre lo mismo, ellos suelen molestarse con golpes leves o insultándose, porque uno le quito cosas a otro, o porque se apodero de su sitio. Como consecuencia, los adjetivos que se ponen unos a otros y la ruptura de su amistas. Y aunque, se trata de niños de primero y segundo, ellos no usan palabras fuertes o racistas. Estos comportamientos puede que se intensifiquen, y llevar a una actitud más violenta en un futuro, ya que, ellos creen que es la forma de solucionar problemas. En caso de que no intervengamos estas situaciones continuaran.
Por ejemplo, el acto de arrebatar cosas entre las niñas, derivo a discriminación, debido a que un grupo comenzó a excluir a una niña, culpándola de cosas que tal vez no haya cometido. Esta situación, probablemente es típica entre personas de su edad, no obstante la falta de comunicación no debe desencadenar en problemas de discriminación. Ambas (mala convivencia y discriminación) están ligadas, y este problema tiene antecedentes y consecuencias.
Podemos atribuir a la mala convivencia, problemas como la baja autoestima o timidez. Depende de nosotros representar un cambio en esos momentos. Lo cual, no se trata de una tarea imposible, puesto a que son niños y aprenden con facilidad. La discriminación se trata de corregir pensamientos, como los de alejar a personas por ciertas características, involucra empatía y perseverancia para cambiar esos pensamientos. Lo que me lleva a pensar, en la inmensa responsabilidad que tenemos a través de esos pequeños:”no digas eso” o “pídele disculpas”.
Por lo tanto, nuestra misión y reto en Llanavilla, mas allá de enseñarles a entender lo que leen. Es crear un ambiente sano, crear relaciones que involucren empatía y respeto, para transcender en sus vidas, así como ellos lo hacen en la nuestra. Para ello, tratar con los problemas de convivencia es algo vital. De qué nos sirve hacerlos felices por un momento, si a largo plazo no les enseñamos a respetarse.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUna comunidad con retos
ResponderEliminarEn mi proyecto de ciudad de Dios, a lo largo de todo este año, he percibido que sí hay evidencias de exclusión y ciertos problemas de convivencia y creo que esto ocurre porque solemos ser muy permisivos, por lo mismo que no tenemos mucha experiencia enseñando, además de que no lo hacemos con pasión y nos olvidamos que es más que una simple nota en un curso.
Primero, desde la primera vez que fuimos a Llanavilla, me di cuenta que había dos chicas que hablaban muy poco pero no le tomé mucha importancia porque pensé que era porque no nos conocían. Conforme pasó el tiempo me di cuenta que se excluía del resto y poco las veía conversar entre ellas. Además de eso, me di cuenta que sus compañeros ni siquiera tenían la intención de tratar con ellas y en la última visita me percate que no las conocían mucho y con las justa sabían sus nombres.
Después, cuando eres pequeño siempre existirá rivalidad entre mujeres y hombres pero en mi salón me he dado cuenta que inclusive suelen recurrir a la violencia cuando se trata de un tema simple, como concursos que realizamos en clase. Y a veces suelen ofenderse mediante palabras con tal de demostrar superioridad.
Como solución propongo no olvidar el porqué es que hacemos clases, no únicamente es una nota, un profesor marca la vida del alumno y puede llegar a influir en el futuro. Debemos dejar de ser permisivos y empezar a poner orden pues el que exista, a veces, esta atmósfera de exclusión y poca convivencia puede provocar que los niños no se lleven nada de nosotros y no logren aprender nada. Es un gran reto para mi grupo pero la vida no sería tan bella si no existieran los retos.
Convivencia en Llanavilla
ResponderEliminarDentro de mi proyecto de plan lector, personalmente a niños de 3ro y 4to de primaria, sí he podido encontrar evidencias de discriminación dentro de su mismo entorno y entre su comunidad. Analizando un poco las actitudes de estos pequeños hago una comparación a cómo es que se manejaba el tema de la discriminación en mi entorno cuando yo tenía su edad algunos años atrás. Bien por el contexto, la evolución en las relaciones de los más pequeños o la educación en sí, no recuerdo haber vivido nada parecido a lo que estos pequeños están tan acostumbrados a escuchar. Por parte mía considero que la diferencia radica, más que nada, en ese poco respeto por la autoridad que los niños están acostumbrados a demostrar, por lo que nos consideran más que profesores, sus amigos e iguales cuando evidentemente no es así; lo que desemboca en la falta de respeto entre ellos a pesar de encontrarse una persona mayor cerca.
Tomemos el ejemplo de un niño en mi última visita: un compañero y yo nos tuvimos que quedar gran parte de la clase a su lado. ¿El motivo? Se rehusaba a ir a la mesa con sus demás compañeros debido a que los otros niños se referían a él como “negro” haciendo alusión al color de su piel, cuando la de ellos no era muy diferente. Este acto no solo separó al niño de su comunidad sino que lo denigró hasta el punto que tuvimos que intervenir para tratar de calmar la situación que felizmente fue posteriormente controlada.
La discriminación, exclusión y convivencia experimentada en Llanavilla, no es diferente a la que nosotros experimentamos día a día. Muchas veces tendemos a relacionar buena educación con cero discriminaciones cuando la verdadera diferencia entre ambas vendría a ser que a medida que se tenga una mayor educación esta se hace más discreta, llegando a afectar igual o incluso más a los involucrados.
Cuando se realiza una visita, se da un encuentro de dos realidades completamente diferentes, que si no recordamos que eso no significa un nivel de superioridad mayor, podríamos estar expuestos a discriminar de igual manera o peor a la que estos niños están acostumbrados entre ellos. Todo problema debe ser ataco desde la raíz, y en este caso vendrían a ser los niños, con una buena instrucción de valores en colegios públicos (mayoría en el Perú) se podrá apuntar, en un futuro, a un país mucho más pacífico con igualdades saldadas sin importar el color de piel, condición social o sexo.
Un problema de esta magnitud debería ser controlado ahora que está en nuestras manos, no esperar a que se salgan de ellas para recién ahí, ejecutar un plan de acción. La discriminación no solo afecta a esta comunidad de pequeños en su autoestima sino en su capacidad de relacionarse en el futuro dejándolos en desventaja ante un mundo tan globalizado.
En un inicio, no veíamos ningún indicio de discriminación o alguna exclusión social en nuestro grupo de niños, todo parecía normal, los niños se llevaban bien. Siempre estaban los creativos y espontáneos que hacían la clase mucho más divertida, los tímidos y los que siempre estaban atentos a la clase, pero todos ellos se llevaban bien y hacían las clases juntos. Sin embargo, nos equivocamos. Al pasar el tiempo, veíamos que, si bien la discriminación no era muy notoria en nuestro salón, la exclusión social sí al igual que otros factores que llevaban a peleas e insultos infantiles. Tal vez siempre estuvieron ahí, solo que lo veíamos como algo normal o algo pasajero, que no influiría en el comportamiento de ninguno ni mucho menos en nosotros, realmente nos equivocamos.
ResponderEliminarUno de los casos que pudimos ver en nuestro salón de clases fue que, nuestros niños se dividen en dos tipos de grupos, los de 5to grado y los de 6to grado, los de 5to son muy alegres y extrovertidos, se llevan bien entre todos ellos (niñas y niños) y eran quienes más participaban en clase, los de 6to son totalmente diferentes, son la minoría de grupo, tímidos y nunca participan y cuando lo intentan, los niños de 5to sueltan la respuesta o se ríen de lo que hacen evitando que los otros participen, esto no lo veíamos en un principio porque, como dije, eran la minoría del salón, nosotros nos fijábamos únicamente en los extrovertidos y los que participaban en clase, cosa que no debió ser así, además ya que la mayoría de nuestras clases consistían en actuaciones y resolución de fichas grupales, no nos permitíamos a interiorizar con ellos, dejándolos de lado sin saber sus problemas o preocupaciones. Esto ahora es un problema porque vemos que los números de los niños de 6to grado se han reducido a dos y esos dos siempre están al fondo del salón y en silencio cosa que no debe ser. En la última visita siempre veíamos que los que más participaban eran los de 5to, los dos de 6to sólo participaban cuando se los pedíamos, esto se nos ha vuelto un problema, pero también un desafío.
Otro problema de exclusión social que logramos ver en nuestro proyecto fue las formas de como ellos resuelven sus "disputas" grupales, cuando uno de los niños no está de acuerdo con el otro, los chicos optan por pelear para ver quién tiene razón, nosotros tratamos de interfiere pero ellos se vuelen tercos y siguen la pelea. Cuando uno supuestamente "se rinde", este es excluido del grupo durante la clase, ¿de qué manera? Pues simplemente dejan de hablarle a lo largo de nuestra sesión y al mismo tiempo empiezan a hacer burlas de este por lo que también podría considerarse como un tipo de discriminación hacia el niño.
Hay que tener en cuenta que todos son niños y están en pleno proceso de formación lo que significa que podemos cambiar su forma de actuar, no es fácil pero tampoco imposible, no es nada bueno que los niños se comporten de esa forma, no podemos aceptar la indiferencia, tenemos que cambiar, salir de la zona de confort y entrar a la zona de riesgo, el que no arriesga no gana.
PILAR IZAGUIRRE dice:
ResponderEliminarLa realidad en la que vivimos
¿Alguna vez te has enfrentado con la realidad? Sabemos que desde hace muchos años el término “discriminación” nos acompaña a todos lados; sin embargo, me cuestiono ¿acaso podemos ser tan fríos de fijarnos en aspectos secundarios de los demás? Hoy en día el acto de separar a una persona de una sociedad o denigrarla a partir de criterios determinados se ha vuelto un acto común en la sociedad. Lamentablemente uno de los medios por donde evidencian este acto frecuentemente es a través de los programas televisivos, no cabe duda que desde grandes a pequeños adoptan el comportamiento que se presentan en dichos medios. Por esta razón, afirmo con seguridad que a lo largo del Proyecto de CdD se ha visto presente actos de discriminación y problemas de convivencia. En cuanto a lo mencionado anteriormente, se plantearan tres argumentos que sirvan de apoyo a mi postura.
Al principio de cada visita se podida observar como las madres de los niños a los que enseñaríamos, realizaban distintas formas de salir adelante. Una de ellas era preparando ciertos platos típicos que acostumbraban comer, tales como “chanfainita” o “tallarín remojado”. Es en esos momentos donde suelen salir dichas expresiones como “¡qué asco!”, “¿eso es lo que comen?, Ni por muerta lo como” o el simple hecho de mirar despectivamente a la comida era necesario para que dichas amas de casa puedan percibirlo. Me quedo sorprendida ya que al fin y al cabo es una comida ¿o, no? Y a la vez con el sentimiento que cada vez el mundo nos presenta situaciones alienadas, las cuales creemos muchas veces que es lo “chévere” usando términos vagos. Lamentablemente, no dudo que si restaurants conocidos como “Long Horn” “La tiendecita Blanca” o “Vivaldi” nos presentaran dichos potajes asentaríamos con la cabeza con un “Gracias”.
Por otra parte, los problemas de convivencia se han visto de una u otra forma, ya sea por la edad en la que se encuentran, un rango de 5 a 9 años; donde piensan que una bofetada en la mejilla es el peor daño; sin embargo, así empezamos a cultivar una sociedad que no sabe medir sus impulsos y menos buscar soluciones. Lo triste es que muchas veces se deja pasar por alto situaciones como ver pelear dos niños y dejar pasarlo por alto sin encontrar una solución. Por ello, la necesidad de conversas con cada uno de ellos es necesario para que sean conscientes de lo que han cometido. Por lo tanto, no creo que la solución sea seguir cruzados de manos; sino, encontrar medidas para solucionar dichos factores que irrumpen una buena convivencia.
De igual forma, el acto de decir “mira esos niños pobrecitos, dan pena” no creo que sean los mejores términos para expresarnos, ya que ¿por qué disminuir a una persona diciendo “da pena”? Debo admitir que un primer instante, actuaba de tal forma que me expresaba disminuyendo a dichas familias ya que el decir “dan pena” es sentir lastima por la condición de vida en la que viven. Ahora entiendo que es la realidad global que les tocó vivir y tenemos que aceptarlo. Lo importante es percibir dicha condición socioeconómica y contribuir en cambiar el pensamiento conformista que muchas veces se ve presente en dichas familias.
Finalmente, a través de lo expuesto he querido dar a conocer como a partir de situaciones experimentadas en el proyecto de CdD, se puede evidenciar la discriminación o problemas de convivencia. Lamentablemente, la sociedad sigue cegada ante las diversas cosas que nos presenta el mundo, creo que lo más triste es darse cuenta que dichos actos pueden destruir corazones ya que una mirada dice más que mil palabras, finalizo diciendo ¿de qué manera podemos iniciar un cambio, acaso no empezamos desde CdD?
Problemas en Llanavilla
ResponderEliminarA lo largo del todo el proyecto de Ciudad de Dios en el colegio de Llanavilla he podido presenciar algunos caso de discriminación y problemas de convivencia en los grados de 3° y 4°, mas no de exclusión.
Entre los problemas de convivencia, los que más suceden es la falta de atención por parte de los alumnos, desobediencia y en algunas ocasiones peleas. La falta de atención por parte de los alumnos se da debido a que ellos siempre quieren jugar, porque al ser solo jóvenes estudiantes no nos ven como un profesor, sino como un amigo más para poder jugar, además también ha sido culpa nuestra, ya que no supimos tratar como se debe a los niño, en vez de ser estrictos como un profesor real nos pusimos como niños, dándole mucha confianza para que solo piensen en jugar. A partir de esto surge la desobediencia, debido a que como creen que no le haremos nada malo y por eso pocas veces nos hacen caso. Por otro lado, las peleas en los salones se están volviendo algo más habitual, porque empieza con unos insultos que llevan a que los niños se golpeen entre sí. En mi caso, Jesús e Ignacio son los niños más fastidiosos e inquietos, de ellos normalmente empiezan los insultos hacia sus demás compañeros, de ahí los demás le responden hasta que llegan al punto de pelearse.
Por otra parte, el tema de discriminación se hace presente. Especialmente en el caso del color de piel. En mi salón hay un niño llamado Jairo, el cual tiene el color de piel un poco más oscuro que sus demás compañeros, algunos de los niños lo fastidian con eso o evitan juntarse con él, afortunadamente son solo algunos que lo hacen, no la mayoría. Desde mi punto de vista, está mal ya que los niños que discriminan a Jairo son casi del mismo color de piel, además no deben discriminar por algo tan tonto como eso, a final y al cabo todos somos iguales y no tenemos por qué discriminar a los demás por el color de piel o cualquier otra cosa.
La solución ante estos problemas no solo está en nosotros sino que también en los niños del salón. Nosotros como profesores debemos inculcarle los valores cristianos y darles una buena formación educativa. Pero depende de ellos si lo aplican o no en su vida diaria.
Algo de ordenados en sus amores y otras cosas
ResponderEliminarYacía al borde de la baranda en un salón de segundo de primaria en el Colegio en Llanavilla en mi proyecto de Ciudad de Dios. Miraba atentamente a un pequeño acurrucado en una esquina, con la cara llorosa. Sabía que le pasaba algo a ese pequeño, pero de entrar en acción, antes había analizado curiosamente la situación: dos pequeños se reían de él, y lo excluyeron de su grupo social inmediatamente debido a que tenía una opinión distinta a la de los pequeños.
Ha pasado 6 meses desde que comenzó el año escolar, y vagas memorias comenzaron a surgir de mi cabeza. ¿Acaso la sociedad es la misma que se encarga de intensificar e incrementar la gravedad del asunto? La discriminación ha sido un serio problema desde que tengo memoria y hasta ese entonces, hay problemas grandes de comunicación a causa de los diversos tipos de exclusiones (mayoritariamente entre los alumnos de Llanavilla) y problemas de convivencia en el proyecto de mi salón en Llanavilla.
Uno de los principales casos que noté a parte de la anterior -donde el agredido fue un pequeño llamado Ángel- fue el caso de la pequeña de Lucero y su hermanita, Mayra, cuyos problemas giran muy entorno a la exclusión, por parte de sus compañeros de salón. Ahí las podía mirar desde afuera del salón, como una vista panorámica del todo el salón. Carlos Gala iba explicando la clase, mientras Lucero y Mayra tenían la vista en distintos puntos fijos, entre tratando de entender y perdiéndose en la inmensidad de sus imaginaciones. Traté de animarlas, entré y traté de hablarles.
No me hicieron caso, y desistí. Giré hacia otro grupo, y ya me había olvidado de ella. Comencé hablar con Paola, ya que con ella me sentía más fácil de hablar que con cualquier otra persona. Y Paola me miró, y me dijo: “tranquila, ellas son así”. Me quedé pensando, y dije: “¿cómo que así?”. “No hablan y por eso no les hablamos, por eso son así”. Así, así. Me parecía ilógico, algo sinceramente fuera de lo lógico para mis capacidades, y siendo sincera, me parece inhumano juzgar antes de conocer bien a la persona.
Exclusión es el término más adecuado parad poder describir la defensa de una postura ante, un séquito de pequeños que estaban liderados por alguien, entre comillas, superior, cuya “soberanía” era independiente del resto debido a que él o ella, tenía la razón. Algo más lógico que eso, fue el hecho de entender porque a nosotros nos cuesta tanto no quejarnos o más bien, solucionar los problemas dejando de lado el instinto, que usualmente gana a la razón. Este acto de exclusión debería ser evitado a toda costa, y sí, admito que soy muy irresponsable en ciertos puntos porque no existe un equilibrio entre ayudar y pasarla bien con algunos pequeños en Llanavilla. Se debe tomar soluciones contra este tipo de problemáticas y actuar; se debe construir una ciudad para pequeños trotamundos de Dios.
Conflictos en convivencia.
ResponderEliminarEl proyecto hecho en companía de la miss Paloma Kruger resultó ser excelente en el desarrollo de nuestro equipo como comunidad y de los alumnos: Se resultó un aprendizaje excelente en ambos grupos además de yo haber dado mi primer 20 a un niño que aprendió correctamente como usar la coma, y de paso, los dos puntos.
No obstante, se debe añadir como hubo desacuerdos y conflictos entre los niños de Llanavilla: Hubo un conflicto algo fuerte a raíz de un pequeño molestar a otro, se llegó primero a los insultos y después casi a los golpes de no haber una intervención nuestra. La raíz del problema de convivencia en Llanavilla es por posiblemente la baja autoestima o timidez de algunos de los niños, considerando claro que como nos dijo la miss Rosemary, tienen problemas familiares.
Nuestra misión primaria debe ser proveerles afecto y cariño del que tal vez no disponen en casa y enseñarles normas de convivencia para que dejen de haber este tipo de conflictos en los cuales se podría resultar herido. Debemos crear un ambiente donde reine el respeto y amistad, se debe tratar de manejar estos conflictos y dar soluciones a largo plazo.
La discriminación hacia cualquier persona es inaudita pero a la vez cotidiana. En el Perú tenemos esa actitud de “cholo que cholea al cholo” la cual no solo se genera por los anuncios publicitarios sino desde el núcleo familiar, puesto que las personas de tez clara tienden a excluir sin razón a personas de tez más oscura y sobre todo que no sean de la capital.
ResponderEliminarTras observar las actitudes de los pequeños de Llanavilla, a mi parecer solo cabe recalcar como unos cuantos comparaban calificaciones entre sí y me comentaban que algunos de sus compañeros no sabían nada porque tenían la mínima calificación, lo cual pienso que solo estaban pensando en voz alta, por así decirlo, porque a su edad no lo hacen malintencionado pues al verlos me doy cuenta que siguen teniendo un corazón puro e inocente lo cual genera solo la manifestación de su punto de vista.
Sin embargo, de una u otra manera mis compañeros han realizado una discriminación ya sea despreciando la comida que una vez las mamás de los niños estaban ofreciendo porque simplemente no les gustaba, comentando y en realidad criticando la actitud o acción de alguno de los niños porque a su parecer “eso es de cholos” o mirando a los pequeños con superioridad. Esto surge debido a la polaridad que hay en nuestro país generando a la larga una exclusión social porque aunque todos tenemos los mismos derechos, la misma nacionalidad (en este caso) y sobre todo pertenecemos a la raza humana; hay una marginación de los de la clase socio-económica alta o media alta porque por el entorno en donde se relacionan son “superiores”.
Es ridículo cómo pueden crearse divisiones en un país multirracial como lo es el Perú, si los mismos niños de Llanavilla, por ejemplo, se apoyan entre sí, ¿Por qué nosotros no podemos tener esa pureza como ellos? ¿hasta cuándo seguiremos siendo “cholos que cholean al cholo?
Enseñando con el ejemplo
ResponderEliminarMediante el proyecto que vamos realizando en Llanavilla, he podido encontrar exclusión social en el salón de 5to y 6to, donde yo enseño.
Al comienzo de clases, note que había dos niñas que no hablaban, no interactuaban y por esto eran excluidas por sus compañeros. Recuerdo que una de las primeras clases, le pregunte a Mariana (otra niña del salón) porque Mayra y su hermana no participaban y me dijo no sé, ellas nunca hablan y le pregunte si les había intentado hablar y me dijo que no, nadie habla con ellas. Fue recién en ese momento que me di cuenta del problema, en un inicio pensé que eran tímidas como cualquier persona y especialmente debido a que eran las primeras veces que íbamos; así que de alguna forma, todo mi grupo paso de ellas, no sé si todos se habrán dado cuenta de ellas pero los que se dieron cuenta decidieron evadir el problema incluyéndome.
Conforme iban pasando las semanas, creo que todos nos dimos cuenta de esta exclusión no solo por los mismos niños sino que ahora era incluso por nosotros mismos. Y no fue hasta la última clase donde yo y Ana salimos a hablar un minuto porque no nos parecía que eso estaba bien; más tarde nos enteramos que ellas tenían problemas familiares y era esa la razón por la cual no hablaban mucho. Fue entonces que decidimos hacer una dinámica, para que las chicas trabajen en equipo para poder ganar; y hacíamos barras y las ayudábamos a todas por igual. Con esto logramos que una de las hermanas se conecte al grupo; sin embargo, la mayor se mantuvo distante. Esto se debe a que esta no sabía escribir y de alguna manera siguió siendo excluida del grupo por no saber escribir.
En la siguiente clase, nos acercamos a ella y le hablamos, no siempre obteníamos respuestas pero no la dejábamos de lado. Por mi parte, al saber que ella no sabía leer, me acercaba a ella y le preguntaba si había entendido y se lo volvía a explicar.
Es muy fácil y cómodo ver que alguien tiene problemas y no involucrarse; y esto es lo que los niños copian, probablemente hayan visto a algún maestro a alguien hacer esto y como no saben qué hacer con ellas, deciden ignorarlas. Creo que un “hola” hace la diferencia, especialmente en casos tan especiales como estas hermanas que tiene problemas familiares y tal vez, en casa no tengan con quien conversar o jugar. Sinceramente, creo que la mejor manera de parar con estos actos es mediante el ejemplo, si no quieres que los niños excluyan a alguien tu tampoco lo hagas, son niños, ellos necesitan que alguien los guie y les enseñe lo que está bien o mal.
Llevar los problemas e insultos de nuestra vida a Llanavilla... mala idea, sumando a lo demás
ResponderEliminarLos niños de primer y segundo grado de Llanavilla los conocí por ser unos niños inocentes, jugando a lo que los niños comúnes juegan, como correteos y cosas varias. Sin embargo existen problemas en círculos que he podido ver en los niños, de clase social. Algunos pequeños pueden ser muy unidos, jugar y demás; sin embargo no son muuy diferentes a los de nuestra edad de cara a dejar de lado a alguien del grupo. Esto lo ví en las primeras visitas a Llanavilla, donde había un niño llamado Gean Pier que era un discriminador. No solo se creía el líder de los niños, sino también de nosotros, y nos insultaba y blasfemaba. Según observe su comportamiento influia en los demás niños, generando anarquía y una especie de ley de la selva, donde el más agresivo sobrevivía. Desde que dejó de ir, las cosas se calmaron bastante, pero hubiera sido interesante ayudarlo a cambiar.
Otra cosa sumada a lo social es que los grupos de amistad de los niños ya están definidos, y no parecen ser abiertos a nuevas relaciones. Esto ocurrió recientemente con el pequeño David, de inicial, que estuvo con los niños de primero y segundo en la última visita. Le dije que intente hacer nuevos amigos porque estaba aislado en el salón, pero antes de que lo intente, lo molestaban de "chibolo" o de "colado", puesto que no era su salón correspondiente. A pesar de ello pude ayudarlo a sentirse bien en el salón.
Pasando a hablar de nosotros, muchas veces, y hablo por mí y por otros testimonios que logré recopilar, nos hemos quejado de los niños de Llanavilla. "Huelen feo...", "Son unos pobres...", "Ya no hay nada que se pueda hacer.". Cada comentario surgía en la primera semana, y no sé si pueda afirmar que ya lo hemos sacado de nuestra mente, porque desgraciadamente este tema de discriminar a la gente viene de casa y del colegio. Siendo así que esperamos hacer para cambiar, ¿Olvidar el tema? ¿Comprar felicidad? ¿Ponerse los pantalones y hacer una crítica? Porque no somos diferentes a ellos. Somos personas, comunidad, y nos guste o no, debemos respetarlos porque son nuestros iguales; así como ellos deben aprender cuando crezcan que el respeto es una virtud, y los hace verdaderos hombres y mujeres.
Como en la mayoría de lugares, en Llanavilla he encontrado evidencia de discriminación, exclusión y problemas de convivencia en los niños de 3er y 4to grado, especialmente en un grupo de chicos.
ResponderEliminarEn primer lugar, la discriminación se puede dar según diversos criterios. Uno de estos fue el que pude observar cuando un niño fastidiaba a otro porque este había repetido el año escolar. En este caso, el niño mayor se sentaba separado de sus compañeros porque algunos de sus compañeros lo fastidiaban. Al hablar con uno de ellos para preguntarle por qué lo hacía, él respondió que él chico los fastidiaba y luego hablo que este había repetido. En ese momento, tratamos de hacerle ver que quizás el tenía miedo de no encajar y que no había razón para molestarlo. Felizmente, él problema se arregló pero fue un signo clave de cierta discriminación.
Por otro lado, en una ocasión pude detectar una exclusión tal vez no tan marcada pero que si afectaba a un niño. El niño era un poco más callado que los demás y por momentos sus compañeros lo excluían. Ellos no se daban cuenta, como en muchos casos, pero el niño si se sentía y en un momento se puso triste. Problemas como estos pueden empeorar si no se solucionan, hablando con todos y prestándole atención al chico ya que me di cuenta que muchas veces no le prestábamos atención.
Para agregar, los problemas de convivencia que vi fue entre una niña y un niño cuando este no le quiso prestar sus colores. La niña empezó a llorar y no quiso hacer nada en mucho tiempo. La tratamos de ayudar y si quisimos enseñarle al niños a compartir. Muchas veces una acción puede afectar más a uno que a otro y en este caso los problemas de convivencia se dieron entre géneros distintos.
En conclusión, problemas surgen en todas partes y Llanavilla no es la excepción. Problemas de este tipo se dan en diferentes rangos y de distintas formas y no afectan a todos por igual. Por ello, es vital detectarlos y solucionarlos de la mejor manera posible.