viernes, 4 de julio de 2014

ARTÍCULO DE OPINIÓN

The human experience en Llanavilla

The human experience, estrenado en el 2008, es un documental que habla de un grupo de jóvenes que viajan alrededor del mundo en busca del sentido de la vida en medio de los problemas actuales. Desde dormir en las calles de la ciudad de Nueva York con un grupo de vagabundos hasta compartir con una comunidad africana de leprosos, los protagonistas demuestran su entrega al prójimo y su voluntad de servir. A partir del video me cuestioné: ¿qué aprendizajes puedo sacar de este? Después de meditar, me di cuenta que la pregunta correcta sería: ¿Qué aprendizajes puedo sacar de los jóvenes? Pues definitivamente sería el amor al prójimo.

Jeffrey y Clifford Azize, hermanos y protagonistas de este documental ganador de más de 30 premios alrededor de todo el mundo, buscan el sentido de sus vidas junto con sus compañeros. Como dije anteriormente, el amor al prójimo es lo que predomina, siendo el mayor aprendizaje que pude recibir de la película. Este amor va más allá de uno mismo; es un amor que llega hasta el punto de morir al propio ser. Podría aceptar el hecho de dormir con pordioseros unos cuantos días, pero ¿viajar a África para compartir con una comunidad de leprosos? Pues este amor es muestra clara de una entrega total a los demás.

Como diría el gran escritor mexicano Doménico Cieri Estrada, “encontramos la caridad en el más alto nivel de la conciencia humana”. La conciencia es la capacidad que tiene toda persona de forma inherente de darse testimonio a sí misma, de poder diferenciar el bien y el mal. Llegar hasta el punto de sacrificarse por el prójimo, un prójimo al cual ni siquiera conocían, es muestra de una conciencia mucho más identificada o incluso, desarrollada. Personalmente, pienso que el sentido de la vida propia se halla mediante el amor, mediante la entrega y el sacrificio.

A partir de todo lo visto, puedo decir que el amor evidenciado puedo llevarlo a mi proyecto de Ciudad de Dios. Cuestionarme hasta qué punto podría hacerlo sería simplemente una pérdida de tiempo, pues estamos llamados a dar un amor sin medida. Como diría Paulo Freire, “la educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor”. Esto es completamente cierto, pues enseñar es ser capaz de dar parte de uno mismo a los demás. Entonces estoy invitado a enseñar, sí, pero no solo a eso. Estoy invitado a enseñar con amor.

The human experience es un modelo para mí; es un ideal a seguir. Viendo este documental fue como aprendí que el amor es el medio más indicado para encontrarle el sentido a la vida propia. Pienso que llevar este aprendizaje al Colegio Santa Rosa de Llanavilla sería algo único y muy trascendente. Muchas veces lo que más necesita un niño es sentirse amado, antes que aprender a sumar o a escribir. La educación es un acto de amor, y el amor es inmedible; uno ama sí o no. Entonces, me siento invitado a entregarme al prójimo, a poder dejar mis deseos en un segundo plano y poder morir a mi ser para llevar el amor a quienes más lo necesiten, pues como diría San Agustín: “en las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad”.